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[0072] • NICOLÁS I, 858-867 • CONSENTIMIENTO MATRIMONIAL. SEGUNDAS NUPCIAS. BIGAMIA

De la Respuesta Ad consulta vestra, a los búlgaros, 13 noviembre 866

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Cap. 3.–[...] Baste (12) según las leyes (13) el solo consentimiento de aquéllos de cuya unión se trata. Si acontece que falta este solo consentimiento en el matrimonio, todo lo demás que se celebre, aun cuando se incluya la unión camal, es perfectamente inútil, según el testimonio del gran doctor Juan Crisóstomo: “Lo que hace el matrimonio no es la unión carnal, sino la voluntad”(14).

Respecto a lo que preguntáis sobre si el marido, muerta la mujer propia, puede casarse con otra, sabed que puede hacerlo, de acuerdo con el consejo del gran predicador San Pablo que dice: Sin embargo, a los no casados y a las viudas les digo que es mejor permanecer como yo. Pero si no pueden guardar continencia, que se casen, y también: La mujer –dice– está ligada por todo el tiempo de vida de su marido; mas una vez que se duerme el marido, queda libre para casarse con quien quiera, pero en el Señor(15). Lo que dice de la mujer, hay que entenderlo también del marido, ya que, por el contrario, la Sagrada Escritura habla a menudo del marido y hay que sobreentenderlo como referido a la mujer...

(12). Cf. Decret. Grat. c. 2 C. 27 q. 2.

(13). Cf. Iustin. Inst. 1, 10, 11.

(14). Hom. in Mt. 32 (MG 41, 802).

(15). I Cor. 7, 8-9, 39.

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Cap. 51.–Preguntáis si es lícito tener al mismo tiempo dos mujeres; y si no es lícito, queréis saber quién lo ha determinado, y en consecuencia, qué debe hacerse. Tener al mismo tiempo dos mujeres no lo consiente el origen de la humanidad ni lo permite la Ley Cristiana... Así pues si se encuentra alguno que tiene al mismo tiempo dos mujeres, se le obligue a abandonar a la segunda y a permanecer con la primera, y además cumpla la penitencia que disponga el sacerdote del lugar. Por último, éste es un crimen tan grande, como el pecado de homicidio que Caín cometió con su hermano Abel, que fue castigado con un cataclismo en la séptima generación; como el pecado de adulterio que Lamech cometió –el primero de todos– con dos hermanos, que existió hasta que fue abolido por la sangre de Cristo que vino al mundo en la setenta y siete generación, según el evangelio de Lucas (58).

58. Luc. 3, 23-38.