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[0110] • INOCENCIO III, 1194-1216 • SIGNIFICACIÓN SACRAMENTAL DEL MATRIMONIO

De la Carta Debitum officii pontificalis, a Bertoldo, Obispo de Metz (Francia), 28 agosto 1206

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[1.–][...] A tu Fraternidad determinamos responder que en la configuración del vínculo concurren dos elementos, es decir el consentimiento y la cópula carnal. El primero de los cuales significa el amor entre Dios y el alma justa, a lo que se refiere aquello que dice el Apóstol (5): “El que se une al Señor, se hace un espíritu con Él”. El otro elemento designa la unión por la carne entre Cristo y la Iglesia Santa, a lo que alude el Evangelista cuando dice: “Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros”. Por eso, el matrimonio que no ha sido consumado no sirve para designar la unión entre Cristo y la Iglesia realizada por el misterio de la encarnación, según hace notar Pablo exponiendo lo que había dicho Adán (7): “Esto sí que es hueso de mis huesos y carne de mi carne”; “Por esto dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y serán dos en una carne”; y añade enseguida (9): “gran misterio es éste, pero yo lo aplico a Cristo y a la Iglesia”.

La razón, pues, de prohibir que el bígamo o el marido de una viuda sean promovidos a los sagrados órdenes no es otra que el defecto del sacramento [es decir, la ruptura de la plena unión indivisible de Cristo y de la Iglesia verificada en la consumación] porque entonces, ni ella es una de uno ni él es uno de una; en efecto, donde no hay consumación carnal no hay esa significación del sacramento. Por ello al que contrajo matrimonio con una mujer que quedó viuda antes de la unión carnal, dado que ni ella ni él hicieron de su carne muchas, no se le puede impedir –por eso,– que sea promovido al sacerdocio.

5. I Cor. VI, 17.

7. Gén. II, 23.

9. Cf. Ephes. V, 31.