INICIO CRONOLOGICO DOCUMENTOS ESCRITURA CONCILIOS PAPAS AUTORES LUGARES MATERIAS EDICIONES
EDITORES

[0162] • BENEDICTO XIV, 1740-1758 • INDISOLUBILIDAD DEL MATRIMONIO

De la Carta Encíclica Matrimonii, a los Obispos del Reino de Polonia, 11 abril 1741

1741 04 11 0001

[1.–] Hemos tenido noticias de que el perpetuo e indisoluble vínculo matrimonial cuya firmeza fue proclamada desde siempre y al que Cristo el Señor se dignó confirmar con estas palabras, lo que Dios ha unido, no lo separe el hombre[1] y elevar por la gracia del Evangelio –por lo cual es un sacramento grande en la Iglesia–[2], se disuelve con tanta facilidad en algunas partes del orbe católico y especialmente en este tan distinguido Reino de Polonia, como si el matrimonio se hubiese contraído no teniendo en cuenta ni la ley natural, ni el derecho divino, ni los preceptos del Evangelio ni tampoco las determinaciones canónicas. Por eso tan grande es nuestra preocupación y tanto el dolor que aflige nuestro corazón de Pontífice, que no nos es dado expresarlo ni con lágrimas ni con palabras. Porque, por más que nos duela, fácilmente llegamos al convencimiento de que estas arbitrariedades en los divorcios vinculares, en virtud de las cuales –no sin grave daño del bien común– un hombre o una mujer –y mientras viven todavía sus cónyuges anteriores– se atreve a contraer un tercero o cuarto matrimonio, han tenido su origen en la precipitada actuación de vuestras curias, según hemos podido constatar por otras fuentes. Sin embargo, no podemos menos de dirigiros, venerables hermanos, nuestras justísimas quejas; y al mismo tiempo, de preparar las leyes convenientes y la forma de cortar y castigar –dentro de los límites prescritos por la Iglesia Católica– tantos desenfrenos.

[1]. [Mt. 19, 6].

[2]. [Cf. Ef. 5, 32].

1741 04 11 0002

[2.–]§ 1. Así pues, a vuestro espíritu sacerdotal y a vuestro celo por la disciplina eclesiástica –con gran confianza de nuestro corazón de Pontífice– encargamos la vigilancia pastoral; de esta manera encontraremos la ayuda necesaria para apartar y arrojar este mal de la ínclita nación polaca y limpiar el baldón que empaña vuestro nombre. Por lo cual rogamos a vuestras fraternidades y exhortamos en el Señor a que, teniendo presente lo dispuesto por el Juez Jesucristo, Esposo celestial de la Iglesia católica, y obedeciendo a nuestra voz apostólica, procuréis cumplir vuestro ministerio con el cuidado necesario. Y, mientras aguardamos el éxito conveniente a vuestro oficio, piedad y conciencia religiosa, impartimos de todo corazón a vuestras fraternidades la bendición apostólica.