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[0326] • PÍO XI, 1922-1939 • DERECHO NATURAL DE LOS PADRES A VIGILAR LA EDUCACIÓN DE LOS HIJOS

De la Alocución Amplissimum consessum, en el Consistorio secreto, 24 mayo 1924

1924 03 24 0008

[8.–] Si consideramos los últimos años, Nos, en verdad, no podemos menos de alegrarnos grandemente de que, a la par que la Imagen santísima de Cristo Crucificado, signo y recuerdo de la redención humana, la educación de la doctrina cristiana haya vuelto felizmente a las escuelas donde los niños, tan queridos del divino Maestro, aprenden las primeras letras y reciben, desde la infancia, una educación moral.

En esta cuestión, sin embargo, no Nos es lícito –como quisiéramos– despreocuparnos del todo, porque, si bien confiamos en que, a quienes se encomiende la dirección y educación de la Religión, han de hacerlo, por ser de tanta importancia, bien preparados, con dedicación y sin reprocharles nada la conciencia, con todo, el ministerio apostólico que ejercemos pide que, por el amor de Cristo recordemos a los Venerables Hermanos Obispos de Italia, al clero y a los padres y madres de familia, la obligación de no quedar tranquilos sin hacer nada, ni de permitir que sufra lo más mínimo el derecho natural que tienen de vigilar y en su caso de hacer que se cumpla.

Se trata, en efecto de una cuestión importantísima, cuya solución y riesgos recae en gran parte sobre ellos, porque a ella está ligada no tanto la suerte de la Iglesia, inmortal en virtud de las promesas divinas y abierta a todo el orbe de la tierra, cuanto la prosperidad de las familias y de la sociedad civil o de la misma república. Ni la ciudad puede cosechar otra cosa que lo que anteriormente hubiere sembrado, la verdad o el error, la verdadera fe de Cristo o las ideas paganas, un género de vida humano en suma o unas costumbres depravadas; y eso por más que se intente dorarlo con apariencias externas y con los refinadísimos inventos que ha conseguido el progreso actual.