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[0348] • PÍO XI, 1922-1939 • DEFENSA Y RENOVACIÓN DE LA FAMILIA CRISTIANA

De la Carta Apostólica Con singular complacencia, al Episcopado de las Islas Filipinas, 18 enero 1939

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[6.–] Sin embargo, debemos reconocer con dolor que, a pesar de vuestros diligentes y asiduos cuidados, también en esas regiones, como ocurre desgraciadamente en muchas otras, se está haciendo una guerra, a veces, sorda, a veces, descubierta contra cuanto hay de más preciado para la Santa Madre Iglesia, con daño gravísimo para las almas. La incolumidad de la familia es atacada en sus fundamentos por los frecuentes atentados contra la santidad del matrimonio [...]

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[31.–] Y en primer lugar, es necesario trabajar incansablemente a fin de que Cristo vuelva a ocupar su trono en la familia. “Jesucristo reina en la sociedad doméstica, dijimos en la Encíclica Ubi arcano, cuando, constituida por el sacramento del matrimonio cristiano, se conserva inviolada como cosa sagrada” [1].

[1]. [1922 12 23/41].

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[32.–] La Acción Católica debe mirar a la restauración de la familia, principio de la vida natural e institución divinamente ordenada, como hogar donde la vida sobrenatural de los hijos de Dios tiene su primer desarrollo.

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[33.–] Hemos de reconocer con dolor que los enemigos de Dios no perdonan medios por inducir también a ese amado pueblo a profanar la sagrada institución familiar, y se esfuerzan en divulgar doctrinas contrarias a la indisolubilidad del vínculo matrimonial y en propagar las nuevas teorías y las prácticas abominables que suprimen la vida en su mismo origen.

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[34.–] Es, pues, de todo necesario que la Acción Católica, y singularmente las Asociaciones de Hombres y de Mujeres reaccionen a tiempo contra tamaño peligro: dando siempre ejemplo de vida santa en el matrimonio; propagando las enseñanzas de la doctrina católica sobre el matrimonio, según las recogimos y expusimos en Nuestra Encíclica Casti connubii[2]; ilustrando y asistiendo espiritualmente a los padres de familia en el cumplimiento de sus deberes, y preparando las nuevas familias mediante una sólida formación cristiana de la juventud, de manera que los jóvenes, al entrar en tan noble estado, tengan plena conciencia de las responsabilidades que asumen.

[2]. [1930 12 31/1-137].

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[35.–] A tal propósito, conviene promover la hermosa devoción hacia la más santa de las familias, la Familia de Nazareth, proponiéndola como modelo a padres y a hijos y consagrándole la familia cristiana, conforme al deseo de Nuestro Predecesor León XIII (5[3]), que es también Nuestro deseo.

5[3]. Carta Apostólica Neminem fugit [1892 06 14/1].

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[36.–] En la renovación cristiana de la familia, campo vastísimo de bien, buena parte del apostolado compete especialmente a la mujer, cuyo celo por la Acción Católica queremos aquí con particular encomio elogiar y estimular. Por eso dirigimos Nuestro paternal llamamiento a las mujeres católicas de toda edad y condición, a las niñas y a las jóvenes de la Acción Católica, a las madres de familia y a las viudas para que, cooperando todas y cada una de ellas en la medida de sus fuerzas, posición y posibilidades a todas las obras de bien, ayuden y refuercen, como valiosos auxiliares, el ejército de los apóstoles de Cristo para la salvación de las almas, como por ejemplo, y de una manera particular, en la enseñanza del catecismo y en conducir y mantener en la práctica de la verdadera piedad cristiana a las personas de su sexo. De esta manera contribuirán a establecer las primeras bases de la restauración de la familia cristiana, y continuarán la gloriosa tradición de aquellas primitivas mujeres cristianas, que, por su celo apostólico, merecieron ser recordadas con honor por S. Pablo: ...adiuva illas quae mecum laboraverunt in Evangelio... quarum nomina scripta sunt in libro vitae6[4].

6[4]. Philipp. IV, 3.

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[37.–] No dudamos que Nuestro llamamiento hallará generosa y entusiasta acogida y Nos es grato esperar que, del apostolado de esas florecientes organizaciones femeninas, redundarán grandes y duraderos bienes al santuario doméstico y a toda la sociedad civil.

[AAS 34 (1942), 253, 258-259]

 

© Javier Escrivá-Ivars y Augusto Sarmiento. Universidad de Navarra