INICIO CRONOLOGICO DOCUMENTOS ESCRITURA CONCILIOS PAPAS AUTORES LUGARES MATERIAS EDICIONES
EDITORES

[0353] • PÍO XII, 1939-1958 • MISIÓN DE LAS FAMILIAS CRISTIANAS

De la Alocución Ci sentiamo, a unos recién casados, 24 mayo 1939

1939 05 24 0001

[1.–] Nos sentimos verdaderamente contentos y profundamente conmovidos al ver que habéis venido a Nos, queridos esposos, después que en la bendición nupcial habéis santificado y consagrado vuestro afecto, y habéis depositado a los pies del altar la promesa de una vida cada vez más intensamente cristiana. Porque de ahora en adelante debéis sentiros doblemente obligados a vivir como verdaderos cristianos: Dios quiere que los esposos sean cónyuges cristianos y padres cristianos.

1939 05 24 0002

[2.–] Hasta ayer habéis sido hijos de familia sujetos a los deberes propios de los hijos: pero desde el instante de vuestro matrimonio habéis venido a ser fundadores de nuevas familias: de tantas familias cuantas son las parejas de esposos que Nos rodean.

1939 05 24 0003

[3.–] Nuevas familias destinadas a alimentar un porvenir que se pierde en los misterios de la Divina Providencia: destinadas a alimentar la sociedad civil con buenos ciudadanos, que procuren solícitamente a la sociedad misma aquella salvación y aquella seguridad de las que quizás nunca se ha sentido tan necesitada como ahora: destinadas igualmente a alimentar la Iglesia de Jesucristo, porque es de las nuevas familias de donde la Iglesia espera nuevos hijos de Dios, obedientes a sus santísimas leyes: destinadas, en fin, a preparar nuevos ciudadanos para la patria celeste, cuando termine esta vida temporal.

1939 05 24 0004

[4.–] Vivir cristianamente en el matrimonio significa cumplir con fidelidad, además de todos los deberes comunes a todo cristiano y a todo hijo de la Iglesia Católica, las obligaciones propias del estado conyugal. El Apóstol San Pablo, escribiendo a los primeros esposos cristianos de Éfeso, ponía de relieve sus mutuos deberes, y les exhortaba enérgicamente de este modo: “Esposas, estad sujetas a vuestros maridos, como al Señor, porque el marido es cabeza de la esposa, como Cristo es cabeza de la Iglesia” (1). “Esposos, amad a vuestras mujeres, como Cristo amó a la Iglesia y dio su vida por ella” (2). “y vosotros, oh padres”, continuaba el Apóstol, “no provoquéis a ira a vuestros hijos: antes educadlos en la disciplina y en las enseñanzas del Señor” (3).

[FC, 6]

1. Ef, V, 22, 23.

2. Ibid., V, 25.

3. Ibid., VI, 4.