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[0460] • PÍO XII, 1939-1958 • FAMILIA Y ESTADO, COLUMNAS DE LA SOCIEDAD

De la Alocución La elevatezza, a los Cardenales, 20 febrero 1946

1946 02 20 0016

[16.–] La Iglesia viviendo en el corazón del hombre, y el hombre viviendo en el seno de la Iglesia: ved, Venerables Hermanos, la unión más profunda y activa que puede concebirse. Con esta unión la Iglesia eleva al hombre a la perfección de su ser y de su vitalidad, para dar a la sociedad humana hombres bien formados: hombres íntegramente arraigados en la condición inviolable de imágenes de Dios; hombres ufanos de su dignidad personal y de su sana libertad; hombres justamente celosos de su igualdad con sus semejantes en todo lo que se refiere al fondo más íntimo de la dignidad humana; hombres establemente apegados a su tierra y a su trabajo; hombres, en una palabra, caracterizados por este cuádruple elemento. Esto es lo que confiere a la sociedad humana su sólido fundamento y le procura seguridad, equilibrio, igualdad, normal desarrollo en el espacio y en el tiempo. [...]

1946 02 20 0017

[17.–] Sobre tal fundamento descansan, sobre todo, las dos columnas principales, la armadura de la sociedad humana, tal como ha sido concebida y querida por Dios: la familia y el Estado. Apoyadas sobre tal fundamento, pueden cumplir segura y perfectamente sus fines respectivos: la familia, como fuente y escuela de vida; el Estado como tutor del derecho, que, como la misma sociedad en general, tiene su origen próximo y su fin en el hombre completo, en la persona humana, imagen de Dios. El Apóstol llama a los fieles con dos nombres magníficos: “conciudadanos de los santos” y “miembros de la familia de Dios”, “cives sanctorum et domestici Dei”1. ¿No vemos acaso que la primera de estas dos palabras se refiere a la vida del Estado y la segunda a la de la familia? Y ¿acaso no está permitido descubrir allí una alusión al modo con que la Iglesia contribuye a establecer el fundamento de la sociedad según su estructura íntima, en la familia y en el Estado?

1. Eph. 2, 19.

1946 02 20 0018

[18.–] Esta doctrina y esta manera de obrar ¿habrán perdido hoy su valor? Las dos columnas maestras de la sociedad, por alejarse de su centro de gravedad, desgraciadamente se han separado de su fundamento. Y ¿cuál ha sido su resultado, sino que la familia ha visto disminuir su fuerza vital y educadora, y que el Estado, por su parte, está a punto de renunciar a su misión de defensor del derecho para transformarse en aquel Leviatán del Antiguo Testamento, que todo lo domina, porque casi todo lo quiere atraer hacia sí? Hoy, sin duda, en la inextricable confusión en que se agita el mundo, encuéntrase el Estado en la necesidad de cargar sobre sí un inmenso peso de deberes y de obligaciones; pero esta condición anormal de las cosas, ¿no amenaza quizá con comprometer gravemente su íntima fuerza y la eficacia de su autoridad?

[EM, 525-527]