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[0568] • JUAN XXIII, 1958-1963 • DIFUSIÓN DE LA DOCTRINA DE LA IGLESIA SOBRE EL MATRIMONIO

De la Alocución La Santa Messa, a la Rota Romana, en la Inauguración del Año Jurídico, 13 diciembre 1961

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[5.–] 1. Ante todo, es en la incertidumbre doctrinal en donde, aquí y allá, con diversas expresiones, amenazan desorientar la opinión pública, es necesario llamar la atención solemne y gravemente por la solidez de los principios en que se inspira la acción de la Iglesia en defensa del matrimonio. Al tutelar con preocupación celosa la indisolubilidad del vínculo. y la santidad del sacramentum magnum, la Iglesia defiende un derecho, no sólo eclesiástico y civil, sino sobre todo natural y divino-positivo. Estos dos grandes y necesarios bienes que el velo de las pasiones y de los prejuicios ahora oscurecen hasta hacerlos olvidar, antes que por la ley positiva, han sido definidos, el uno por la ley natural, esculpida en caracteres indelebles en la conciencia humana, y el otro por la ley divina de Cristo. No se trata, pues de prescripciones y normas que imponen las circunstancias y que el curso de las generaciones puede cambiar, sino de la voluntad divina, del orden intangible establecido por Dios mismo como salvaguarda del primer núcleo fundamental de la sociedad civil. Se trata de la ley divina primordial, que en la plenitud de los tiempos la palabra de Cristo, “ab initio non fuit sic (Matth 19, 8), han llevado a su integridad genuina.

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[6.–] La Iglesia no defiende intereses de casta o costumbres superadas. Su canto glorioso, su título de honor resuena en el Pater Noster, fiat voluntas tua, sicut in caelo et in terra. Esto propone y defiende en el mundo: la voluntad de Dios, en la cual está la paz, la serenidad y la prosperidad –incluida la material– para todos sus hijos.

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[7.–] 2. Por lo tanto, es necesario que la doctrina de la Iglesia sobre el matrimonio sea más conocida y difundida en todas las formas. [...]

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[9.–] La invitación la renovamos hoy con acrecentamiento y fidelidad porque persiste extendido el peligro, derivado en primer lugar de la falta de sólida doctrina y de honestidad en la información. Se escribe y se habla, con ligereza, sobre problemas que requieren preparación, madurez de juicio, sinceridad de conciencia, y es necesario, por tanto, que los fieles, como toda la sociedad, sean iluminados, advertidos, bien orientados.

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[10.–] Es, por tanto, necesaria, insustituible, una vasta obra de catequesis y de ilustración de la verdad, por los medios tradicionales que la Iglesia tiene a su disposición, como por los que le ofrece la prensa y las nuevas técnicas audiovisuales. Es preciso pensar en nuevas formas para hacer llegar esta enseñanza a cuantos se preparan al matrimonio, en particular a los jóvenes y a los novios.

[E 20 (1961/II), 1627]