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[0578] • PAULO VI, 1963-1978 • PREPARACIÓN PARA EL MATRIMONIO

De la Alocución La nobile consuetudine, a la Rota Romana, en la Inauguración del Año Jurídico, 12 diciembre 1963

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[4.–] Por aquella vigilancia de Pastor Universal de la Iglesia, al que no deben escapar tampoco los síntomas relativos a la vida espiritual de los fieles, Nos hemos preguntado si el aumento de las causas matrimoniales, tratadas por la Sagrada Rota en los años recientes, no habrá que relacionarlo con la disminución –en algunos casos– de la sensibilidad de la conciencia moral que debería guiar siempre al hombre, y especialmente al cristiano en su vida, particularmente en las decisiones más graves; y si esto no será un indicio, que, junto con tantos otros, puede explicar la actitud tal vez superficial, ligera, cuando no por añadidura irreverente hacia el instituto matrimonial, pacto indisoluble, elevado a la dignidad de sacramento por Jesucristo, para el bien de la familia humana. Es cierto que a la difusión de peligrosas concepciones y de actitudes cerradas han contribuido en diversa medida los estímulos excitantes y a menudo pervertidores, de cierta literatura, de cierta prensa, de cierto espectáculo. Y es también verdad que tales estímulos encuentran resistencias más débiles que antes en el santuario mismo de las familias. Queda el hecho de que por algunos se afronta el matrimonio con mucha ligereza, sin la debida preparación psicológica, espiritual, religiosa, reduciendo así su sustancia sagrada y solemne a la condición de experimentos envilecedores, de aventuras arriesgadas, cuando no de temibles naufragios. [...]

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[5.–] El punto central de la cuestión está aquí: en este relajamiento de la conciencia moral, que tiene que ser revalorada con la colaboración reflexiva y eficaz de cuantos pueden influir todavía en ella con la palabra, con la enseñanza, con el ejemplo. He aquí entonces, la imprescriptible necesidad de un fuerte reclamo a la preeminencia de los valores morales, especialmente a las jóvenes generaciones, que deben ser preparadas para la fundación de la familia mediante una sólida conciencia moral. [...]

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[7.–] Vemos por esto con agrado que se van difundiendo en el campo católico buenas iniciativas pastorales para dar a los novios y a los esposos jóvenes aquella preparación moral y espiritual que dé a su conciencia luz y vigor para la santidad del amor y para la solidez y la verdadera felicidad de la vida familiar.

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[11.–] Por fin, se requiere la conciencia moral –y va iluminada donde es necesario– en las partes en causa, por cuanto dice relación a su actitud ante el matrimonio y sus obligaciones, a su humildad y sumisión a las leyes de la Iglesia y a las decisiones del Tribunal. Pero aquí el problema se vuelve demasiado amplio y echa raíces muy lejos, cuando es necesario que los contrayentes se acerquen al matrimonio no como a un capricho de los sentidos, a una aventura o a un experimento precario, con deplorable superficialidad; sino que, conscientes del paso que dan, sepan ver en él, el Sacramento grande que los consagra para la sublime misión de colaboradores de Dios en infundir la vida a nuevas criaturas, y educarlas con mucha delicadeza y con conciencia de las propias responsabilidades.