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[19.–] También con estos motivos, y para no defraudar la innovación, la esperanza, la necesidad del Pueblo de Dios, hemos querido dar Nuestra respuesta de Pastor de toda la Iglesia a los interrogantes propuestos al hombre, al cristiano, en la actualidad, por el antiguo problema de una paternidad responsable y de una honesta regulación de los nacimientos. Respuesta largo tiempo meditada, porque hemos querido que fueran examinados escrupulosamente los nuevos argumentos y objeciones puestos contra la constante y común doctrina de la Iglesia, que Nos ha parecido deber confirmar nuevamente en su severa y al mismo tiempo serena certeza.

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[20.–] No ignoramos las diferentes reacciones suscitadas por Nuestro pronunciamiento. Hemos tomado nota de todas, con el respeto que a todos profesamos y con el propósito de que, cuando sea el momento, no falten las respuestas que parecieran necesarias, especialmente en el plano de las preocupaciones pastorales. Pero ya desde ahora confiamos que Nuestra doctrina será acogida con profundo espíritu de fe, será meditada con serena y amplia reflexión, será reconocida como conforme a las costumbres y al sentimiento cristiano, será acogida como próvida defensa de la honestidad y de la dignidad del amor, será comprendida como un aprendizaje para la moralidad superior y para la sincera espiritualidad de la vida conyugal, será practicada como una consolidación de la constitución familiar y de la sanidad social, y será bendecida por los premios que hacen virtuosa y feliz la vida presente y la preparan para el premio de la vida futura.

[E 29 (1969), 15]