INICIO CRONOLOGICO DOCUMENTOS ESCRITURA CONCILIOS PAPAS AUTORES LUGARES MATERIAS EDICIONES
EDITORES

[0670] • PAULO VI, 1963-1978 • LA NAVIDAD, FIESTA DE LA FAMILIA

De la Alocución Viene spontaneo, en la Audiencia General, 17 diciembre 1969

1969 12 17 0006

[6.–] [...] El nacimiento virginal de Cristo en el mundo difunde en toda la Humanidad una oleada regeneradora: toda la vida humana se ve afectada por esta presencia, incluso en el plano natural. Un tal Hermano ilumina con destellos divinos el rostro de todo mortal: todo hombre refleja la cara de Cristo. La generación humana se ve elevada a la dignidad de vehículo de una vida llamada a convertirse en humanidad de Cristo. La familia encuentra en la Navidad su propia fiesta. Si la familia, además, es cristiana, se ve invadida por un río de gracia, de alegría, de paz. Sí, celebrad la fiesta, celebrad la fiesta, familias cristianas en el día en que Jesús ha venido a habitar en una Familia humana; a formar un hogar y a santificarlo por Sí. Elevad en la conciencia de su ser, de su función, de su destino, el concepto de la Familia, comunidad de amor, depositaria de la virtud creadora de Dios, señal y efusión de la caridad, con la que Cristo amó y ama a la Humanidad redimida, la Iglesia.

1969 12 17 0009

[9.–] En la práctica desearíamos dirigir a las familias cristianas una palabra de aviso y de consuelo: vuelvan a tomar ellas conciencia de su dignidad y de su misión, y se comprometan decididamente a la profesión de las virtudes específicas que caracterizan la sociedad doméstica, vuelvan a encontrar en las fuentes purificadas del amor cristiano su fuerza y su felicidad, no teman servir aquellas leyes de la vida, que las hacen depositarias de la constante obra creadora de Dios, sepan adaptar honestamente a las nuevas exigencias modernas las costumbres de sus hogares, comprendan la función regeneradora que tienen en la vida civil, y sientan que en la Iglesia ellas pueden ocupar un puesto de extraordinaria belleza.

1969 12 17 0010

[10.–] Esta invitación se dirige especialmente a los jóvenes que piensan en la familia como en el estado de vida para ellos destinado. Desearíamos que el concepto de la familia adquiriese en su ánimo un esplendor ideal; desearíamos que a la realización de este ideal llevasen limpia y plena su fuerza de amor; desearíamos que sintiesen la vocación que se oculta y está latente en la atracción para fundar una familia; desearíamos que los pensamientos impuros y costumbres reprobables no destruyesen la víspera de su matrimonio; desearíamos que los cálculos egoístas y hedonistas no entristeciesen los designios del futuro hogar; desearíamos que la ciencia del verdadero amor la aprendiesen de Cristo, que da su vida por la Iglesia, su Esposa, destinada a extenderse a toda la Humanidad; y que la gracia del Sacramento brotase como una fuente inexhausta, en todos los días de su vida conyugal. Un tipo de familia nuevo esperamos de la generación juvenil, a la que las tremendas experiencias de la historia presente deben haber enseñado que solamente un cristianismo auténtico y firme posee la fórmula de la verdadera vida.

[E 29 (1969), 1786]