1970 03 19 0002

[2.–] Pero no nos limitemos a invocar; debemos imitar. Y el hecho de que Cristo haya querido ser protegido por un sencillo artesano, en el humilde nido de la vida familiar nos enseña que todos podemos proteger a Cristo en el reino de los muros domésticos y en el mundo del trabajo; y nos convence que todos debemos hacerlo por el hecho de que todos podemos profesar, es decir, defender y afirmar el nombre de cristiano en nuestra casa y en la realización de nuestro trabajo.

[E 30 (1970), 479]