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[0714] • PAULO VI, 1963-1978 • EL HOGAR, LUGAR DEL AMOR, LA VIDA Y LA EDUCACIÓN

De la Alocución Membres et Consulteurs, al Comité para la Defensa de la Vida, 13 marzo 1974

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[7.–] En primer lugar, el hogar es el lugar privilegiado del amor, de la comunión íntima de las personas, del aprendizaje de una entrega continuada y progresiva entre esposos, que debe poder apoyarse firmemente sobre la unidad y la indisolubilidad de su unión. Semejante amor supone necesariamente ternura, dominio de sí, comprensión paciente, fidelidad y generosidad constante, renovada en las fuentes sobrenaturales del sacramento del matrimonio.

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[8.–] El hogar es el lugar donde se acoge la vida. Una labor urgente es formar a los esposos para una paternidad o para una maternidad responsable y, sobre todo, ayudarlos a vivirla. El ejercicio de esta responsabilidad se presenta hoy día muy difícil; no se trata, en efecto, de desviar artificialmente de su fin el acto procreador, y mucho menos de quitar la vida al ser humano que ha sido concebido; los cristianos deben ser muy firmes en estos puntos. ¡Dichosos aquéllos que se esfuerzan así por respetar el amor y la vida, como los dones de Dios! Nosotros felicitamos vivamente a los médicos, a los educadores, a los sacerdotes que ayudan a los hogares a seguir este camino exigente.

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[9.–] El hogar es también el primer lugar de la educación. Esta labor compleja exige hoy un acuerdo de los padres, de los educadores, de toda la sociedad; requiere también una colaboración activa del niño y del joven, cuya capacidad humana y evangélica ponen de relieve vuestros informes.

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[10.–] El hogar sigue siendo un lugar de apertura a todas las demás comunidades, donde se forjan las energías capaces de tejer los lazos de la vida social, de transformar este mundo en comunidad de hermanos. Un hogar digno de este nombre no podrá permanecer egoístamente cerrado sobre sí mismo. Pero también será desgraciada una sociedad que no honre a la institución familiar; rápidamente se verá abocada a convertirse en un conglomerado de individuos desarraigados y anónimos, destinados a un aislamiento trágico o una dictadura sin alma.

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[11.–] El hogar es, por encima de todo, el lugar donde se derrama la gracia del Señor, según la vocación bautismal. Muchas exigencias enumeradas hasta ahora están verdaderamente inscritas en la naturaleza humana, que es buena, pero que está he rida; por esta razón, a veces aparecen imposibles para los no cristianos. Es necesario repetir aquí el valor inestimable del sacramento del matrimonio, que es el único que permite a los esposos vivir su amor de acuerdo con la alianza de Cristo y de la Iglesia, e iniciar a sus hijos, desde sus primeros pasos, en la fe de la Iglesia y en el apostolado.

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[12.–] A este hogar se llega mediante la preparación, y hacéis bien en buscar la forma de ofrecer, al mayor número posible de candidatos al matrimonio, una formación sólida, realista, espiritual. Este hogar debe poder contar también con el apoyo de los otros hogares, de las comunidades cristianas y, sobre todo, con el entorno humano y moral de la sociedad.

[E 34 (1974), 453-455]