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[5.–] ¡Familia cristiana! Sabemos todos que este concepto se encuentra hoy sometido a contraste con la evolución en marcha de la institución familiar, no sólo a causa de las nuevas costumbres sociales, que transforman el marco de la vida doméstica, sino por ciertas ideologías de moda, que atacan los principios constitucionales de la familia, sobre los cuales se funda su felicidad, su estabilidad, su sacralidad.

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[6.–] Procuremos dar a la familia verdadera, sana y feliz, el suyo y nuestro estatuto inatacable, que exige la exclusividad y la estabilidad del amor, fuente de unidad, de felicidad, de espíritu de entrega y sacrificio, y de capacidad de engendrar la maravillosa comunión de sentimientos, de laboriosidad, de alegría, que es la familia (1).

1. Cf. l’articolo del prof. G. B. Guzzetti, su L’Osservatore Romano, del 21 dicembre 1975.

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[7.–] Desearíamos pedir desde este momento a las familias cristianas, a las nuevas especialmente, que se acostumbren a una plegaria común, en casa, juntos, con compostura; a una plegaria buena.

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[8.–] Nos, tenemos el propósito, este año, justamente para dar una primera señal de fidelidad al espíritu del Año Santo, de poner en las manos de los párrocos, a fin de que lo distribuyan y lo recomienden con motivo de la bendición de las viviendas, un librito de las oraciones elementales que se pueden recitar en cada uno de los hogares por los miembros mismos de la familia, que debe elevarse a la doméstica, pero estupenda y conmovedora, dignidad de “domus ecclesiae”, de iglesia de casa, como ya fue en otros tiempos; toda casa un hogar de amor, de concordia, de oración, de formación cristiana nueva y viva.

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[9.–] Pensemos en la limpieza de costumbres que pueden derivarse de ahí.

[E 36 (1976), 147]