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[0740] • PAULO VI, 1963-1978 • LOS PADRES, PROCREADORES Y EDUCADORES RESPONSABLES

Del Saludo en el rezo del Ángelus, 4 enero 1976

1976 01 04 0001

[1.–] Saludamos hoy a la infancia; a los que van a nacer, a los recién nacidos, a los niños, a los muchachos, a toda la nueva generación que entra en la vida inconscientemente, pero no en menor medida, objeto, desde el primer instante de su existencia, de un pensamiento creador, infinitamente amoroso, el de Dios Vivo, Padre nuestro. Saludamos a estos pequeños hermanos, y honramos en ellos, en cada uno de ellos, el prodigioso misterio de la vocación a la existencia humana. Bendecimos a estos hijos con la ternura que reclaman del corazón la maravilla, la alegría, la inocencia, y además el problema de su presencia entre nosotros, de su educación y de su destino en el tiempo y más allá del tiempo. Es precisamente en el pesebre, es decir, en el nacimiento de Jesús, Verbo de Dios hecho hombre, mejor dicho, débil e inoperante Niño en los brazos de María, la Madre incomparable, donde nosotros conseguimos esta superlativa simpatía, este afecto sobrenatural, esta consciencia trascendente de lo que representa una nueva vida en el mundo (1).

1. Cf. Io. 16, 21.

1976 01 04 0002

[2.–] Una a una, bendecimos a estas pequeñas, grandes y queridas criaturas vuestras, oh padres, que habéis elegido la vocación de la familia ordenada y fecunda. Nuestra bendición, que quiere tener en sí misma la virtud bíblica del designio divino sobre los acontecimientos humanos, se dirige hoy especialmente hacia vosotros, procreadores responsables de los nuevos ciudadanos de la tierra; hacia vosotros, padres dignos de tal nombre, a quienes, Nos, conjuramos a que seáis defensores y protectores de vuestros hijos, desde el momento en que descansan vivos e inermes en el seno maternal. A vosotros, especialmente padres y madres, fundadores de la primera, y sagrada sociedad, que es la familia católica, a quienes, Nos, recomendamos con la intensidad de los intereses superiores de la humana y cristiana solicitud, insertéis rápidamente, y con la debida conciencia, a vuestros hijos que han visto la luz, en la familia inmortal que es la Iglesia, con el santo bautismo, del cual vosotros, con los padrinos por vosotros elegidos, debéis ser los cultivadores, los educadores, como tal renacimiento espiritual exige afortunadamente que seáis.

[E 36 (1976), 179]