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[0761] • PAULO VI, 1963-1978 • LA FAMILIA CRISTIANA

Del Discurso Ex animo, a los Obispos de Austria, en la visita ad limina, 12 septiembre 1977

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[7.–] En esta tarea lo principal es la explicación de la fe y la educación para la fe en las escuelas, y aún más en las familias. Nos alegra, pues, sobremanera saber que por decisión de vuestra Conferencia Episcopal pondréis singular empeño y diligencia en cultivar la familia, más aún, que pensáis celebrar un auténtico “Año de la Familia”.

Sin duda alguna, la atención al matrimonio y a la familia constituye hoy uno de los principales campos de cualquier actividad que tenga eficacia en la vida y esté a la altura de los tiempos. Pues la familia es la célula, no sólo de la sociedad humana, sino también de la misma Iglesia. El Concilio Vaticano II la llama con razón “una como Iglesia doméstica”, en la que “los padres deben ser para sus hijos los primeros pregoneros de la fe con la palabra y con el ejemplo” (Lumen gentium, 11).

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[8.–] De una sana y sólida situación de la familia –que es la fuente de toda la vida religiosa de los hombres– puede esperarse impulso eficacísimo para la renovación y el despertar tanto de las comunidades parroquiales como de las mismas diócesis y hasta de toda la Iglesia. Por ello, el deber principal de los sacerdotes y de los Pastores de almas será el de ayudar con sus palabras vivas, con sus consejos y con su trabajo, a las familias a redescubrir y hacer eficaz la abundancia de bienes ya presentes en ellas, y a enseñarles también la manera de aumentar tales bienes y aplicarlos a la vida de la sociedad.

Además, la familia cristiana realmente viva se transforma continua y espontáneamente en familia apostólica y activa en las diversas circunstancias de la vida diaria. Estas familias serán las que satisfagan las urgentes necesidades que siente la Iglesia actual; ellas serán –de acuerdo con lo que les pedía el Concilio– “semilleros... de apostolado seglar y de vocaciones sacerdotales y religiosas” (Ad gentes, 19). Y el mismo Concilio enseña en otro documento: “las familias... animadas por espíritu de fe, caridad y piedad, son como el primer seminario” (Optatam totius, 2).

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[9.–] Así, pues, al mismo tiempo que os bendecimos a vosotros y a los colaboradores de vuestros trabajos, pedimos a Dios que la pastoral renovada de la familia acelere en vuestras diócesis estos preciosos frutos de los que hoy la Iglesia está tan sedienta.

Invocamos, por último, sobre toda vuestra solicitud episcopal, la luz de Dios y el auxilio de la gracia, y en prenda de aquellos celestes dones impartimos de lo más profundo del corazón a vosotros y a vuestros hermanos obispos, a los sacerdotes y religiosos y a todos los fieles de vuestras diócesis –de manera particular a los enfermos y afligidos– Nuestra especial Bendición Apostólica.

[EPD, 415-416]