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[0767] • PAULO VI, 1963-1978 • ABORTO Y CONTRACEPTIVOS, ATENTADOS CONTRA LA VIDA

De la Alocución È venuto il tempo, en la Audiencia General, 26 abril 1978

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[10.–] En esta enumeración rápida pero dramática de atentados contra la vida, no podemos callar los que se están perpetrando frecuentemente, ¡por desgracia!, bajo el signo de la ley. Pensamos ante todo en el aborto.

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[11.–] Todo comentario es superfluo y lo frena la situación política en que el problema se halla actualmente. Pero da horror ya sólo el pensar que un crimen tal obtenga, como por desgracia ocurre en otros países, la legalización, más aún, la asistencia de los servicios sociales bajo el pretexto de acudir en ayuda de unas mujeres desgraciadas, que luego llevarán en el corazón toda la vida el remordimiento de haber consentido que se ofendiera lo más sublime e inefable que la mujer puede poseer en el orden natural: la maternidad.

¡Pobres e innumerables vidas humanas incipientes, arrasadas porque erais débiles e inocentes!

¿Cómo es posible que una sociedad civilizada, y además cristiana, pueda autorizar y quedar impasible y sin una lágrima ante esta “matanza de inocentes”?

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[12.–] ¡Y los atentados contra la vida no son sólo éstos!

Pensad en la droga: menos mal que en todas partes se nota un poco una bendita reacción contra su difusión.

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[13.–] Pero, ¡cuántos otros enemigos encuentra la vida humana contra ella misma y por ella misma creados!

Después de los métodos anticonceptivos y de la introducción del divorcio, se habla hasta de eutanasia, mientras la violencia privada se extiende y organiza, por venganza o por chantaje, y mientras fogonazos bélicos tienen todavía a pueblos enteros sometidos a experiencias temporales o a la amenaza permanente de guerra.

Bastarían las hipótesis que se atisban en el horizonte internacional de posibles conflictos con armas atómicas, para poner en guardia la conciencia de los pueblos.

¡Oh, sí, la vida del hombre es sagrada! Y este dogma humano y cristiano debe consolidarse con fuerza y con gozo en los corazones de la nueva generación.

Lo deseamos ardientemente como siempre con Nuestra Bendición Apostólica.

[EPD 10, 42-43]