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[0829] • JUAN PABLO II (1978-2005) • LA FAMILIA, LA DEFENSA DE LA VIDA NACIENTE Y LA TRANSMISIÓN DE LA FE

De la Homilía durante la Misa para los laicos y las familias, en Limerick (Irlanda), 1 octubre 1979

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La tierra propia, la familia, el sacramento del Matrimonio

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5. Aquí, en Limerick, me encuentro en un área ampliamente rural, y muchos de vosotros sois gente del campo. Con vosotros me siento en mi casa, al igual que me sentía con la gente rural y los habitantes de las montañas de mi Polonia natal, y os repito aquí lo que decía a ellos: Amad la tierra; amad el trabajo del campo, porque os mantiene cerca de Dios, el Creador, de manera muy especial.

A los que se han ido a las ciudades, bien de aquí o del extranjero, les digo: Manteneos en contacto con vuestras raíces de la tierra de Irlanda, con vuestras familias y vuestra cultura. Manteneos fieles a la fe, las oraciones y valores que aprendisteis aquí; y transmitid a vuestros hijos esta herencia, porque es rica y buena.

A todos os digo: Respetad y proteged vuestra familia y vuestra vida familiar, porque la familia constituye el principal terreno de la acción cristiana para los seglares irlandeses, el lugar donde se ejercita principalmente vuestro “sacerdocio real”. La familia cristiana ha sido, en el pasado, el más grande recurso espiritual de Irlanda. Las condiciones modernas y los cambios sociales han creado nuevos modelos y nuevas dificultades para la vida familiar y para el matrimonio cristiano. Deseo deciros: No os desaniméis, no sigáis la tendencia a considerar pasada de moda a una familia perfectamente unida; hoy más que nunca, la familia cristiana es enormemente importante para la Iglesia y para la sociedad.

Verdad es que la estabilidad y la santidad del matrimonio han sido amenazadas por nuevas ideas y por las aspiraciones de algunos. El divorcio, sean cuales fueran las razones por las que es introducido, es, inevitablemente, cada vez más fácil de conseguir, y gradualmente tiende a ser aceptado como algo normal en la vida. La misma posibilidad del divorcio en la esfera de la legislación civil dificulta la estabilidad y permanencia del matrimonio. ¡Ojalá continúe siempre Irlanda dando testimonio ante el mundo moderno de su tradicional empeño por la santidad e indisolubilidad del vínculo matrimonial! ¡Ojalá los irlandeses mantengan siempre el matrimonio a través de un compromiso general y de una positiva acción social y legal!

Ante todo, tened en alta estima la maravillosa dignidad y gracia del sacramento del Matrimonio. Preparaos seriamente a él. Creed en el poder espiritual que aporta este sacramento de Jesucristo en orden a fortalecer la unión matrimonial y a vencer todas las crisis y problemas de la vida en común. Las personas casadas deben creer en el poder de este sacramento para santificarla; deben creer en su vocación de testigos, mediante su matrimonio, del poder del amor de Cristo. El verdadero amor y la gracia de Dios nunca pueden permitir que el matrimonio se convierta en una relación centrada en sí misma de dos individuos que viven el uno junto al otro buscando su propio interés.

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La defensa de la vida desde el primer instante de su existencia

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6. Y aquí desearía dirigir una palabra especial a todos los padres irlandeses. El matrimonio debe incluir una apertura hacia el don de los hijos. La señal característica de la pareja cristiana es su generosa apertura a aceptar de Dios los hijos como regalo de su amor. Respetad el ciclo de la vida establecido por Dios, porque este respeto forma parte de nuestro respeto a Dios mismo, que creó macho y hembra, que los creó a su propia imagen, que reflejó su propio amor donador de vida en los diseños del ser sexuado.

Por eso, digo a todos que tengáis un absoluto y sagrado respeto a la sacralidad de la vida humana ya desde el primer momento de su concepción. El aborto, como declara el Concilio Vaticano, es un “crimen abominable” (Gaudium et spes, 51)[1]. Atacar una vida que todavía no ha visto la luz en cualquier momento de su concepción es minar la totalidad del orden moral, auténtico guardián del bienestar humano. La defensa de la absoluta inviolabilidad de la vida todavía no nacida forma parte de la defensa de los derechos y de la dignidad humanos. ¡Ojalá Irlanda no flaquee en su testimonio, ante Europa y el mundo entero, de la dignidad y sacralidad de toda vida humana, desde la concepción hasta la muerte!

Queridos padres y madres de Irlanda: creed en vuestra vocación, en esa hermosa vocación al matrimonio y a la paternidad que Dios os ha dado. Creed que Dios está con vosotros, porque toda paternidad en los cielos y en la tierra recibe su nombre de Él. No penséis que hay algo que podáis hacer en vuestra vida que sea más importante que ser un padre y una madre verdaderamente cristianos. Que las madres, las jóvenes y las muchachas irlandesas no escuchen a quienes les dicen que trabajar en una tarea secular, que tener éxito en una profesión secular, es más importante que la vocación de crear vida y de preocuparse de esta vida como madres. El futuro de la Iglesia, el futuro de la humanidad, depende en gran parte de los padres y de la vida familiar que construyen en sus hogares. La familia es la verdadera medida de la grandeza de una nación, del mismo modo que la dignidad del hombre es la auténtica medida de la civilización.

[1]. [1965 12 07c/51].

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7. Vuestros hogares deben seguir siendo siempre hogares de oración. Al dejar hoy esta isla tan querida para mi corazón, esta tierra y su gente, motivo de consuelo y fortaleza para el Papa, quisiera manifestar un deseo: que cada hogar de Irlanda continúe siendo, o empiece otra vez a serlo, un hogar de diaria oración en familia.

Si me prometieseis hacerlo, sería el mayor regalo que podríais hacerme cuando abandone vuestras acogedoras costas.

La transmisión de la fe en el hogar

Sé que vuestros obispos están confeccionando un programa pastoral dirigido a animar a los padres a una mayor participación en la educación religiosa de sus hijos bajo el lema “Transmisión de la fe en el hogar”. Confío en que os uniréis todos a este programa con entusiasmo y generosidad. Vuestro primer deber y vuestro mayor privilegio como padres es el de transmitir a vuestros hijos la fe que vosotros recibisteis de vuestros padres. El hogar debería ser la primera escuela de religión, así como la primera escuela de oración. La gran influencia espiritual de Irlanda en la historia del mundo se debió, en gran parte, a la religión de los hogares de Irlanda, porque aquí es donde comienza la evangelización, aquí es donde se nutren las vocaciones. Dirijo, por lo tanto, un llamamiento a los padres irlandeses para que continúen fomentando vocaciones, al sacerdocio y a la vida religiosa en sus hogares, entre sus hijos e hijas. A lo largo de muchas generaciones, el mayor deseo de todo padre irlandés era el de tener un hijo sacerdote o una hija consagrada a Dios. Que continúe siendo éste vuestro deseo y vuestra plegaria. Que aumenten las oportunidades para los muchachos y muchachas de que nunca aminore en ellos la estima por el privilegio de tener un hijo o una hija elegidos por Cristo y llamados por Él a dejar todo y a seguirle.

Confío todo esto a María, brillante “Sol de la raza irlandesa”. Que sus plegarias ayuden a que todos los hogares irlandeses sean como la santa casa de Nazaret. Que de ellos salgan jóvenes cristianos, como salió Jesús de Nazaret. Que salgan con el poder del Espíritu para continuar la obra de Cristo y seguir sus pasos hacia el fin del milenio, al interior del siglo XXI. María os mantendrá cerca de Él, que es “Dios fuerte, Padre sempiterno” (Is 9, 6).

“Dia agus Muire libh!”

¡Que Dios y María estén siempre con vosotros y con las familias de Irlanda!

[Enseñanzas 4a, 279-282]

 

© Javier Escrivá-Ivars y Augusto Sarmiento. Universidad de Navarra