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[0854] • JUAN PABLO II (1978-2005) • LA FAMILIA, RESERVA DE LAS AVENTURAS Y DESVENTURAS DE LA SOCIEDAD DEL MAÑANA

Del Discurso Sono assai grato, a los Cardenales y Prelados de la Curia Romana, 22 diciembre 1979

1979 12 22 0011

11. La formación de la juventud está inseparablemente unida con el recto engranaje de la vida familiar. La familia, “primera y vital célula de la sociedad”, como la ha definido el Concilio (Apostolicam actuositatem, 11), es la reserva de las venturas o desventuras de la sociedad de mañana; efectivamente, ella tiene interferencias continuas y determinantes en la vida de los jóvenes tanto en sentido negativo como positivo. No puede, pues, estar ausente en el conjunto de pensamientos de este mensaje navideño, tanto más que la Navidad es la fiesta por excelencia de las familias cristianas, reunidas en torno al nacimiento en la alegría sencilla que nace de la verdadera y profunda fusión de los corazones. La Sagrada Familia, que se celebra al domingo siguiente de Navidad, da la clave para comprender todos los valores que deben proclamar las familias de hoy: amor, entrega, sacrificio, castidad, respeto a la vida, trabajo, serenidad, alegría. Las fuentes de desequilibrio a las que hemos aludido, sin embargo, hacen de la familia la primera víctima, y con ella desquician a la juventud. Tantas desviaciones morales como tantos hechos de violencia nacen precisamente de la falta de compromiso de la familia, hecha, por desgracia, blanco de una coalición de fuerzas disgregadoras que se sirven de todos los medios a su disposición.

En los viajes que he realizado este año, si he podido ver tanto bien alrededor de mí, es porque, ciertamente, la presencia y la obra de las familias cristianas permanecen como el tejido conjuntivo, la conexión y la estructura portadora de la vida civil y eclesial en todo el mundo. Por esto, doy gracias al Señor, y, con Él, a tantos padres y madres de todas las latitudes del globo.

También para la defensa de los valores relativos a la familia no he desaprovechado ocasión de interesar a las personalidades que he tenido la oportunidad de encontrar este año, desde los responsables supremos de la vida de las naciones hasta sus representantes diplomáticos, a las autoridades civiles y políticas. Yo no he cesado de llamar la atención en favor de la familia, por los varios y complejos problemas que presenta a la conciencia y a la sociedad, en mis alocuciones y mensajes: en México, durante la homilía de Puebla de los Ángeles[23]; en Polonia, Jasna Góra[24]; luego, en la llamada y discurso a los trabajadores, en Nowy Targ[25]; después, en Limerick (Irlanda)[26] y en el Capitol Mall (Estados Unidos)[27]. Tampoco he dejado de aludir a la acción catequética confiada a la familia en la Exhortación Catechesi tradendae (n. 68); y me permito recordar el tema que estoy desarrollando en las audiencias generales como preparación a la sesión del Sínodo de los Obispos, que tendrá lugar el año próximo y estará dedicado a la familia. Será una ocasión privilegiada, y por mí tan esperada, para que toda la Iglesia, a través de los representantes de sus Episcopados nacionales, se detenga a meditar y a profundizar la dignidad maravillosa de la familia, la riqueza de sus valores, la importancia insustituible de su misión.

[Enseñanzas 4b, 1088-1089]

[23]. . [1979 02 28b/2-4].

[24]. . [1979 06 05b/3; 1979 06 06/2].

[25]. . [1979 06 08/4].

[26]. . [1979 10 01/5-7].

[27]. . [1979 10 07/1-8].