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[0971] • JUAN PABLO II (1978-2005) • LA RESPONSABILIDAD POR LA VIDA CONCEBIDA, RESPONSABILIDAD EMINENTEMENTE SOCIAL

Del Saludo en el rezo del Ángelus, 5 abril 1981

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2. [...] Si se concede derecho de ciudadanía al asesinato del hombre cuando todavía está en el seno de la madre, entonces, por esto mismo, se nos pone en el resbaladero de incalculables consecuencias de naturaleza moral. Si es lícito quitar la vida a un ser humano, cuando es el más débil, totalmente dependiente de la madre, de los padres, del ámbito de las conciencias humanas, entonces se asesina no sólo a un hombre inocente, sino también a las conciencias mismas. Y no se sabe lo amplia y velozmente que se propaga el radio de esa destrucción de las conciencias, sobre las que se basa, ante todo, el sentido más humano de la cultura y del progreso del hombre.

Los que piensan y afirman que éste es un problema privado y que, en tal caso, es necesario defender el derecho estrictamente personal a la decisión, no piensan y no dicen toda la verdad. El problema de la responsabilidad por la vida concebida en el seno de cada madre es problema eminentemente social. Y, al mismo tiempo, es problema de cada uno y de todos. Se halla en la base de la cultura moral de toda sociedad. Y de él depende el futuro de los hombres y de la sociedad. Si aceptamos el derecho a quitar el don de la vida al hombre aún no nacido, ¿lograremos defender después el derecho del hombre a la vida en todas las demás situaciones? ¿Lograremos detener el proceso de destrucción de las conciencias humanas?

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3. El período de Cuaresma constituye un desafío. A la luz del misterio pascual, al que nos acercamos, penetrando cada vez más profundamente en la meditación de la pasión y de la muerte de Cristo, es necesario que se despierten las conciencias y asuman la gran causa del valor de la vida y de la responsabilidad por la vida, que es, al mismo tiempo, la responsabilidad por el hombre hasta las raíces mismas de su existencia y de su vocación. Y es necesario que aumente la oración, porque se trata de un problema de máximo nivel desde el punto de vista tanto de la dignidad del hombre como del futuro digno de él.

Recordemos que Dios dice: Nolo mortem!

[Enseñanzas 9, 43]