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[1046] • JUAN PABLO II (1978-2005) • PERENNIDAD DE LA FAMILIA

Del Discurso Aqui em Fátima, a los Obispos de Portugal, en Fátima, 13 mayo 1982

1982 05 13 0007

7. Comparto con vosotros, finalmente, mi preocupación pastoral respecto a la familia y a sus auténticos valores.

Tengo conciencia de encontrarme en un país que, a lo largo de su historia, consideró siempre la institución familiar y los auténticos valores de la familia como pilares de su civilización. Es sabido también que, en el núcleo de la cultura que Portugal irradió fuera de sus fronteras, en los nuevos mundos que fue descubriendo, figuró siempre el amor y respeto por esos valores familiares.

Como tuve ocasión de subrayar en la Exhortación Apostólica “Familiaris consortio”, esos valores no han perdido nada de su actualidad: por ellos pasa el camino para un humanismo pleno y cristiano; y un insuficiente cultivo de los mismos es sin duda una de las raíces de la grave crisis moral que a todos nos inquieta.

La transformación a la que me referí hace poco, característica del actual momento histórico de Portugal, afecta a la familia. La afecta como interpelación para reconocer y reafirmar sus verdaderos valores y despojarla de los falsos valores que eventualmente se hubiesen infiltrado en ella. La afecta también, hiriéndola en aquello que le es esencial: la comunión interpersonal, el amor como donación de sí, como ayuda mutua, como perdón y como autosuperación, la unidad, la perennidad, la fidelidad, y la fecundidad de ese amor, la intimidad y la generosidad del hogar, el respeto unido al aprecio y al afecto en la educación de los hijos, etc.

Quiero invitaros a dar siempre un puesto eminente a la familia en vuestras preocupaciones de Pastores y guías. Continuad examinando en conjunto cuál es la situación real de la familia en las diversas capas sociales de este país: los grandes valores que hay en ella, los males que la afligen y las ayudas que requiere. Y, con la amplia colaboración de las diversas instancias eclesiales o incluso extra-eclesiales competentes, elaborad un plan de largo alcance, no sólo para la defensa y salvaguardia, sino también y sobre todo para la promoción positiva de la familia. Incluid en esa pastoral familiar todos los sectores, desde la educación en el amor hasta la ayuda a prestar en las familias afectadas por crisis más o menos graves y profundas.

Ya sabéis que, al intensificar lo que ya habéis realizado en este punto, estáis prestando, dentro de vuestra propia misión, un notable servicio a la Iglesia, que tiene en las familias sus células vivas. Indirectamente, en este campo, estáis beneficiando también a la sociedad portuguesa.

[DP (1982), 139]