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[1107] • JUAN PABLO II (1978-2005) • LA “FAMILIARIS CONSORTIO”, OBJETO DE ESTUDIO Y LECTURA PASTORAL

Del Discurso Pur avendo, a los Párrocos y Clero de Roma, 17 febrero 1983

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2. Volviendo de nuevo al Sínodo de 1980, quiero aludir al documento que salió de aquel Sínodo, la “Familiaris Consortio”. Es de advertir que el problema de la familia en el último Sínodo, no sólo se discutió, estudió y afrontó, sino que también se sufrió, en cierto sentido. Es que hay una realidad humana, la familia, que por una parte nos entusiasma por su belleza y grandeza si se mira al ideal, al designio divino sobre la familia que nosotros debemos predicar y presentar a nuestros hermanos y hermanas; y por otra parte, dicha realidad, la familia, nos hace sufrir cuando contemplamos las varias experiencias humanas, las distintas dificultades y el gran número de sus conflictos. No quiero detenerme demasiado en este punto, sino decir sólo que el documento “Familiaris Consortio”, fruto de aquel Sínodo, constituye verdaderamente el “ABC” de la pastoral familiar y se debe releer y estudiar asiduamente. Hay que releer este documento, pues pienso que la pastoral familiar eficaz en cada diócesis y luego en cada parroquia, consiste en una lectura cada vez más profundizada en la “Familiaris Consortio”. Lectura no sólo en el sentido mecánico e intelectual de la palabra, sino lectura pastoral, lectura encuadrada en una tarea determinada: la tarea pastoral.

Esta función pastoral está encomendada a la Iglesia, a nosotros. En cuanto a la familia, esta tarea le corresponde a ella misma, pero con nuestra ayuda: nosotros debemos ayudar a la familia a ser evangelizadora de sí misma, apóstol de sí misma, catequista de sí misma, guía de sí misma. El programa fundamental de la pastoral familiar consiste precisamente en ayudar a la familia a ser ella misma, a desempeñar estas tareas, a descubrir su identidad humana y cristiana, a descubrir su vocación. Esto se encuentra todo en la “Familiaris Consortio”. Y en los distintos niveles de la Iglesia de Roma, a partir de los centros del Vicariato y siguiendo por las prefecturas, parroquias y demás comunidades responsables, debemos mirar y seguir la doctrina íntegra de la “Familiaris Consortio” con todos los problemas y principios morales que contiene, con toda la doctrina dogmática y ética enunciada en este documento. Y luego debemos encontrar los caminos y modos de afrontar estos problemas: cómo afrontarlos y cómo conseguir que la familia asuma el ser sujeto activo de este apostolado, de esta misión y de esta pastoral.

Ciertamente el apostolado de la familia –y esta idea es de la “Familiaris Consortio”– se hace por la familia: familia por familia, cada familia a sí misma y todas a las demás. Nuestra función consiste en suscitar esta responsabilidad, recordarla y secundarla. Así podemos ayudar a los padres, esposos y comunidades familiares a vivir profundamente este espléndido designio de Dios acerca de la familia.

[DP (1983), 49]