[1151] • JUAN PABLO II (1978-2005) • EL TESTIMONIO DE LOS CÓNYUGES CRISTIANOS, “SIGNO DE CONTRADICCIÓN”
Del Discurso Je suis toujours, a las Asociaciones de Familias Católicas de Francia, 5 abril 1984
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1. Yo sé hasta qué punto deseáis conocer y hacer conocer la enseñanza de la Iglesia, el sentido cristiano del matrimonio y de la familia, todo el designio de Dios Creador y lo que implica la redención. Habéis procurado difundir los distintos documentos del Magisterio, y señaladamente la Exhortación Familiaris consortio. El mundo de hoy presenta a este propósito una mezcla de sombras y de luces. Llegando a las fuentes, podríais situaros “como conciencia crítica de esta cultura familiar y como sujetos activos de la construcción de un auténtico humanismo familiar” (Familiaris consortio, n. 7). Es preciso seguir esta formación personal y este apostolado. El problema no es sólo de saber, sino de proponer estas convicciones de un modo persuasivo que, sin minimizar el ideal cristiano y aceptando a veces ser signo de contradicción, se esfuerza también por encontrar lo mejor posible el lenguaje que los contemporáneos, tan variados, puedan escuchar. Esto significa poder responder a sus interrogantes, a sus inquietudes, y también a sus esperanzas.
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2. Perteneciendo a familias cristianas, comprendéis también el papel esencial de la gracia sin la cual la moral familiar católica abandonaría a los hombres a sus debilidades y a su desaliento. ¿Cómo no desear que la oración esté en el núcleo de la vida familiar? Esto exige convicción y sencillez. La educación de los niños es una ocasión para reanudar con ellos esta oración. Por los sacramentos de la Reconciliación, de la Eucaristía, el amor y el afecto adquieren la delicadeza y la profundidad de dones de Dios. ¡Bienaventurados quienes han descubierto que el sacramento del Matrimonio es una fuente inagotable, capaz de regar toda la vida del hogar! Yo he hablado por extenso de esto a los Equipos Notre-Dame. En Roma, habéis dedicado mucho tiempo a la oración y a los sacramentos.
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3. La enseñanza de la Iglesia, con la gracia de Dios, debe vivirse concretamente en todos los ámbitos. Conocemos vuestro deseo de servir a la familia en todos los niveles. Tenéis presente el aspecto espiritual, las exigencias de la educación, las necesidades económicas, los compromisos sociales y políticos que pueden sostener a la familia (cfr. Familiaris consortio, n. 44). Queréis promover la familia ideal, pero tampoco podéis olvidar las situaciones difíciles que necesitan comprensión y ayuda especiales (cfr. Familiaris consortio, n. 77-85). En pocas palabras, las acciones que hay que promover o las iniciativas que han de tomarse son tan numerosas y complejas que vuestras asociaciones familiares católicas deben tener en cuenta el principio de subsidiariedad, dejando que las otras instancias responsables desarrollen su papel en los respectivos niveles. Colaborad con ellos o preparad para ellos hombres y mujeres competentes. Así garantizaréis cada vez mejor vuestra función específica de formación, de animación y de inspiración, según la Carta de los derechos de la familia.
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4. Esto es particularmente válido por lo que se refiere a la cooperación con todas las otras fuerzas de la Iglesia o iniciativas católicas que apoyan también a la familia: CLER, Equipos Notre-Dame, catequesis, acción católica, especialmente en el seno de las parroquias. Porque un solo movimiento no puede por su cuenta abarcar todas las tareas familiares.
Evidentemente, los Obispos son los primeros responsables de la pastoral familiar en las diócesis (cfr. Familiaris consortio, n. 73). Respetando vuestro compromiso de laicos, encargados de traducir en el tiempo el ideal cristiano de la familia, os ayudan, como el Papa mismo, a inspiraros –para vuestra acción– en las orientaciones pastorales de la Iglesia y a situarla en el conjunto de la misión de la Iglesia. Será, pues, vuestro íntimo deseo trabajar estrechamente ligados a los sacerdotes que tienen la función de ser vuestros consejeros pastorales.
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5. Continuad vuestro esfuerzo de apertura a los diferentes medios sociales, a las familias más variadas, de modo que puedan sentir que vuestra acción les concierne y puedan sentirse conmovidos por vuestra atención a sus problemas y por vuestras sugerencias. Es preciso que la levadura siga siendo levadura y que, al mismo tiempo, esté mezclada en la masa.
Vosotros deseáis que ese fermento actúe, no solamente renovando la mentalidad de las personas, sino también marcando las estructuras y las instituciones de la sociedad civil: éstas deberían, en efecto, ayudando a las familias que atraviesan dificultades, favorecer la familia estable fundada sobre el matrimonio, el respeto a la vida, la preparación para el amor, las responsabilidades educativas, reconociendo las responsabilidades y la libertad de los padres. Ahí trabajáis con otras instituciones neutras o de espíritu cristiano, para hacer progresar las reformas positivas y el bien común de todos.
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6. Observo el gran número de niños y jóvenes que os acompañan. Les digo: si habéis tenido la suerte de crecer en una familia bien unida, generosa, impregnada por una fe viva, y deseosa de transmitírosla suscitando vuestra responsabilidad de cristianos, ¡esto es una gran gracia! Apoyaos en esa experiencia; entrad en relación viva con Jesucristo; preparad vuestro corazón al verdadero Amor por el don de uno mismo y el dominio de vuestros sentidos; formaos con vuestros compañeros de los grupos, en los que se desarrollan vuestro testimonio y vuestro sentido de servicio. Sin repetir todo lo que dije para vosotros en el Parque de los Príncipes y en Lourdes, formulo ardientes deseos para vuestro porvenir humano y cristiano, seguro de que un cierto número de vosotros serán también llamados a conocer la alegría de un servicio exclusivo de Cristo y de su Iglesia.
[DP (1984), 101]
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1. Je sais à quel point vous êtes soucieux de connaître et de faire connaître l’enseignement de l’Église, le sens chrétien du mariage et de la famille, tout le dessein du Dieu Créateur et ce qu’implique la Rédemption. Vous avez cherché à diffuser les divers documents du Magistère, et notamment l’Exhortation “Familiaris Consortio”. Le monde d’aujourd’hui présente à ce sujet un mélange d’ombres et de lumières; en puisant aux sources, vous pourrez vous situer “comme conscience critique de cette culture familiale et comme sujets actifs de la construction d’un authentique humanisme familial” (1). Il faut poursuivre cette formation personnelle et cet apostolat; le problème n’est pas seulement de savoir, mais de proposer ces convictions d’une manière persuasive qui, sans minimiser l’idéal chrétien et en acceptant parfois d’être signe de contradiction, s’efforce aussi de trouver le mieux possible le langage que des contemporains divers puissent entendre. Cela suppose de pouvoir répondre à leurs interrogations, à leurs inquiétudes, mais aussi à leurs espérances.
1. IOANNIS PAULI PP. II, Familiaris consortio, 7 [1981 11 22/7].
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2. Appartenant à des familles chrétiennes, vous comprenez aussi le rôle essentiel de la grâce, sans laquelle la morale familiale catholique laisserait les hommes à leurs faiblesses et à leur découragement. Comment ne pas souhaiter que la prière soit au coeur de la vie familiale! Cela demande conviction et simplicité. L’éducation des enfants est une occasion de reprendre cette prière avec eux. Par les sacrements de la Réconciliation, de l’Eucharistie, l’amour, l’affection acquièrent la délicatesse et la profondeur des dons de Dieu. Bienheureux ceux qui ont découvert que le sacrement de Mariage est une source inépuisable, capable d’irriguer toute la vie du foyer! J’en avais longuement parlé aux Équipes Notre-Dame. À Rome, vous avez fait une large part à la prière et aux sacrements.
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3. L’enseignement de l’Église, avec la grâce de Dieu, doit être vécu concrètement, dans tous les domaines. Nous savons votre volonté de servir la famille à tous les niveaux. Vous avez en vue l’aspect spirituel, les exigences d’éducation, les nécessités économiques, les engagements sociaux et politiques qui peuvent soutenir la famille (2). Vous voulez promouvoir la famille idéale, mais vous ne pouvez pas ignorer non plus les situations difficiles qui ont besoin d’une compréhension et d’une aide spéciales (3). Bref, les actions à soutenir ou les initiatives à prendre sont si nombreuses et si complexes que vos associations familiales catholiques doivent tenir compte du principe de subsidiarité en laissant les autres instances responsables jouer leur rôle à leurs niveaux respectifs. Collaborez avec elles ou préparez pour elles des hommes et des femmes compétents. Vous garantirez ainsi toujours mieux votre tâche spécifique de formation, d’animation et d’inspiration, en référence à la Charte des droits de la famille.
2. Cfr. IOANNIS PAULI PP. II, Familiaris consortio, 44 [1981 11 22/44].
3. Cfr. ibid. 77-85 [1981 11 22/77-85].
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4. Cela vaut particulièrement pour la coopération avec toutes les autres forces de l’Église ou initiatives catholiques qui portent aussi le souci de la famille: CLER, Équipes Notre-Dame, catéchèse, action catholique, notamment au sein des paroisses. Car un seul mouvement ne peut à lui seul embrasser toutes les tâches familiales.
Et bien évidemment, les évêques sont les premiers responsables de la pastorale familiale dans les diocèses (4). Tout en respectant votre engagement de laïcs, chargés d’inscrire dans le temporel l’idéal chrétien de la famille, ils vous aident, comme le Pape lui-même, à vous inspirer, pour votre action, des orientations pastorales de l’Église et à la situer dans l’ensemble de la mission de l’Église. Vous aurez donc à coeur de travailler en liens étroits avec les prêtres qu’ils chargent d’être vos conseillers pastoraux.
4. Cfr. IOANNIS PAULI PP. II, Familiaris consortio, 73 [1981 11 22/73].
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5. Poursuivez votre effort d’ouverture aux différents milieux sociaux, aux familles très diverses, de telle façon qu’elles puissent se sentir concernées par votre action et touchées par votre écoute de leurs problèmes et vos propositions. Il faut que le levain reste levain, et qu’en même temps il soit inséré dans la pâte.
Ce ferment, vous désirez qu’il agisse, non seulement en renouvelant la mentalité des personnes, mais aussi en marquant les structures et les institutions de la société civile: celles-ci en effet devraient, tout en aidant les familles en difficulté, favoriser la famille stable fondée sur le mariage, le respect de la vie, la préparation à l’amour, les tâches éducatives en reconnaissant les responsabilités et la liberté des parents. Là encore, vous travaillez avec d’autres institutions neutres ou d’esprit chrétien pour faire progresser les réformes positives et le bien commun de tous.
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6. J’observe le grand nombre d’enfants et de jeunes qui vous accompagnent et je leur dis: si vous avez eu la chance de grandir dans une famille bien unie, généreuse, imprégnée d’une foi vivante, et soucieuse de vous la transmettre en suscitant votre responsabilité de chrétiens, c’est une grande grâce! Appuyez-vous sur cette expérience, entrez en relation vivante avec Jésus Christ, préparez votre coeur au véritable amour par le don de soi et le maîtrise de vos sens, formez avec vos camarades des groupes où s’exercent votre témoignage et votre sens du service. Sans reprendre tout ce qui j’ai dit pour vous au Parc des Princes et à Lourdes, je forme des voeux fervents pour votre avenir humain et chrétien, sûr qu’un certain nombre seront aussi appelés à connaître la joie d’un service exclusif du Christ et de son Église.
[Insegnamenti GP II, 7/1, 933-935]