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[1168] • JUAN PABLO II (1978-2005) • LA FAMILIA EN EL CENTRO DE LA IGLESIA Y DE LA SOCIEDAD

Del Discurso Sono sinceramente, a los participantes en un Curso de Teología sobre la Familia, de la diócesis de Fano (Italia), 9 julio 1984

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[1.–] Me alegro sinceramente de poderme encontrar, aunque sólo sea durante poco tiempo, con vosotros, esposos y novios de la diócesis de Fano, Fossombrone, Cagli y Pergola, que seguís en este período un curso de teología sobre la familia.

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[2.–] Deseo ante todo expresar mi vivo aprecio a vuestro celoso Pastor, mons. Costanzo Micci, ideador de esta próvida iniciativa diocesana que ha puesto bajo la guía del Pontificio Instituto para la Familia “Juan Pablo II”. Mi aprecio se dirige a todos los profesores que han puesto a disposición del curso su pre paración cultural; se dirige a vosotros, que habéis sentido y experimentado la exigencia de una profundización seria de la concepción cristiana del matrimonio y de la familia, tanto para realizar en vuestra vida conyugal esa perspectiva de fe iluminadora y rica como para estar dispuestos a trabajar, bajo las directrices del obispo, en el ámbito delicado de la pastoral familiar.

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[3.–] Vosotros sabéis bien que una de las solicitudes más sentidas de mi ministerio de sacerdote, obispo y ahora de Pastor de la Iglesia universal, se orienta precisamente a la familia, en la convicción –fundada sobre la Palabra de Dios– de que el matrimonio y la familia han sido presentados desde los inicios de la revelación de la historia de la salvación como queridos por Dios desde la creación (cfr. Gén 1-2) e intrínsecamente ordenados a perfeccionarse en Cristo (cfr. Ef 5).

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[4.–] Por ello, el Sínodo de los Obispos, celebrado en Roma en septiembre-octubre de 1980, trató de la familia cristiana como de la primera comunidad llamada a anunciar el Evangelio de Cristo a la persona y a conducirla a la plena madurez humana y cristiana. Posteriormente a dicho Sínodo y sobre la base de las propuestas que me presentaron los padres sinodales, me he hecho intérprete ante la humanidad de la viva solicitud de la Iglesia por la institución familiar, dirigiendo a todos los miembros de la Iglesia católica la Exhortación Apostólica Familiaris consortio sobre las tareas de la familia cristiana en el mundo contemporáneo.

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[5.–] “¡Familia, sé lo que eres!”: estas palabras las he dirigido idealmente a todas y a cada una de las familias del mundo para que descubran su identidad, pero también su misión en el designio de Dios creador y redentor.

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[6.–] Estas palabras os las repito hoy a vosotros, queridísimos hermanos y hermanas, para que, esforzándoos por estudiar y reflexionar sobre la teología de la familia, podáis ser también una ayuda válida en las comunidades diocesanas y prestéis vuestra obra de iluminación, de consejo, de orientación, según la especialización de cada cual.

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[7.–] Si es verdad que “el futuro del mundo y de la Iglesia pasa por la familia” (Familiaris consortio, 75; cfr. además la nota 170), vuestro esfuerzo y vuestra colaboración en este campo serán ciertamente preciosos y meritorios a los ojos de Dios, de la Iglesia y de la misma sociedad civil.

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[8.–] ¡Es preciso, por tanto, un gran amor hacia la familia! “Amar la familia –decía en la citada Exhortación Apostólica– significa saber estimar sus valores y posibilidades, promoviéndolos siempre. Amar a la familia significa individuar los peligros y males que la amenazan, para poder superarlos. Amar a la familia significa esforzarse por crear un ambiente que favorezca su desarrollo” (Familiaris consortio, 86; L’Osservatore Romano, edición en Lengua Española, 20 de diciembre de 1981, pág. 23).

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[9.–] Esta consigna concreta y exigente os la confío hoy también a vosotros, mientras, como confirmación y consuelo en vuestros propósitos, invoco del Señor la abundancia de los favores celestes y os imparto de corazón la Bendición Apostólica.

[OR (ed. esp.), 29-VII-1984, 4]