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[1185] • JUAN PABLO II (1978-2005) • FAMILIA Y PASTORAL

Del Discurso Al recibir hoy, a los Obispos de Chile en la visita ad limina, 19 octubre 1984

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7. Los problemas de la familia constituyen otra seria interpelación. Más que un sector de vuestras orientaciones y programas la familia es un verdadero centro, a partir del cual hay que reestudiar y planificar con esperanza, la pastoral.

Es de mucha importancia que, como una de las consecuencias del Sínodo sobre la familia, tratéis de revisar vuestra pastoral de conjunto, para intentar hacerla converger desde la familia, ya sea en su identidad de signo irradiante del amor de Dios, ya sea en sus variadas misiones y tareas eclesiales. En un mundo lleno de temores y de preocupaciones es necesario impulsar la familia como una contribución positiva cargada de esperanza, como “alianza de amor y de vida” (Mensaje de los padres sinodales, n. 9)[1].

También en el plano religioso debe procurarse una sólida formación a la familia, para que sea lugar de vivencia de la fe y centro de evangelización de la sociedad, y para que cumpla esa misión con espíritu abierto, siendo capaz de “formar hombres en el amor, y además ejercitar el amor en relación con los demás, de modo que el amor esté abierto a la comunidad y movido por un sentido de justicia y respeto hacia los otros y que sea consciente de su responsabilidad hacia toda la sociedad” (ib. 12)[2].

Es, pues, indispensable que la familia desempeñe adecuadamente su rol en la educación completa del hombre y de la sociedad. Por ello hay que proveerla de una base moral e ideal que se funde en los genuinos valores cristianos, en la apertura a Dios, porque “el hombre no puede vivir sin amor”; porque su vida “está privada de sentido si no le es revelado el amor, si no lo experimenta y no lo hace propio, si no participa en él vivamente” (Familiaris consortio, 18)[3]. Vivido en esa perspectiva, el amor familiar deberá convertirse en escuela de amor. ¿No habrá llegado el momento de hacer un fuerte llamado a los padres de familia, para que se hagan cargo del futuro del hombre salvando en él el amor y la vida?

También nuestras instituciones educativas deberán emprender un verdadero esfuerzo de renovación para inserir a la familia en su radio de acción y hacerla profunda escuela de amor y de comunicación de valores religiosos y humanos.

De esta forma, queridos hermanos, vosotros no sólo cumpliréis con vuestro deber de Pastores, sino que prestaréis a la vez un gran servicio a la sociedad nacional, que en su deseo de reconstrucción debe poder contar con los grandes valores que derivan de una familia estable, sana y fundamentada en sólidos principios morales.

[DP (1984), 298]

[1]. [1980 10 26a/9].

[2]. [1980 10 26a/12].

[3]. [1981 11 22/18].

 

© Javier Escrivá-Ivars y Augusto Sarmiento. Universidad de Navarra