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[1270] • JUAN PABLO II (1978-2005) • FAMILIA Y TRABAJO

Del Discurso Me siento feliz, en el Parque “El Tunal”, Bogotá (Colombia), 3 julio 1986

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6. Amados hermanos y hermanas: La Iglesia considera como deber propio pronunciarse sobre el trabajo desde el punto de vista de su valor humano y del orden moral. Por el trabajo podéis acercaros a Dios, Creador y Redentor, y participar en sus planes de salvación respecto al hombre y al mundo. En unión con Cristo, que pasó la mayor parte de su vida dedicado al trabajo manual en su humilde taller de carpintero siendo incluso conocido como “el carpintero” (2), podéis contribuir al bien de vuestras familias y de los demás miembros de la sociedad, y hacer que con vuestros esfuerzos se desarrolle cada día mejor la obra del Creador.

Dios, como el señor de la parábola que hemos escuchado, nos ha confiado un cierto número de “talentos” que hay que hacer fructificar. Son, en primer lugar, los “talentos” de la gracia divina en orden a alcanzar la vida eterna; los “talentos” de la inteligencia, de las virtudes, de las energías para desempeñar con honestidad y competencia nuestro trabajo. Por otra parte, la Sagrada Escritura, junto a la necesidad del trabajo, enseña también la necesidad del descanso. Mi venerado predecesor el Papa Juan XXIII recordaba cómo el descanso constituye un derecho y una necesidad (3). Aprended a descansar en beneficio del cuerpo y del espíritu, de la honesta distracción y de la unidad de vuestras familias; y recordad especialmente que, como criaturas e hijos de Dios, como Pueblo de Dios estamos urgidos a congregarnos cada domingo para celebrar en familia la Santa Misa. Cada día recibimos todo de las manos de Dios; su providencia nos protege, su bondad nos ama, su misericordia nos perdona. ¿Cómo no reunirnos cada domingo para agradecer sus beneficios y pedir perdón de nuestras culpas, escuchar su Palabra, celebrar sus misterios y comer el Pan de los hijos, “el verdadero pan del cielo” que el Padre nos da?4. No despreciéis la invitación dominical a celebrar juntos la Eucaristía. Ella es fuente de inmensos beneficios espirituales. Y recordad que el domingo debe contribuir a la unidad de la familia y no a su disgregación. Desterrad de vosotros la terrible plaga de la embriaguez, que trae tantos males individuales, familiares y sociales, y vivid en amorosa fidelidad a vuestros hogares.

Cristo, como vosotros, pertenece al mundo del trabajo. Trabajando, Jesús es para nosotros el más elocuente “Evangelio del trabajo”. ¿No es realmente consolador, y motivo de estímulo y aliento, contemplar al Hijo de Dios hecho hombre que gana el sustento con el trabajo de sus manos? Él, siendo Dios, “se despojó de sí mismo tomando la condición de siervo” (5) para redimir el trabajo desde dentro.

[Insegnamenti GP II, 9/2, 101-102]

2. Cfr. Marc. 6, 3.

3. IOANNIS XXIII, Mater et magistra, 220 ss.

4. Cfr. Io. 6, 32.

5. Phil. 2, 7.

 

© Javier Escrivá-Ivars y Augusto Sarmiento. Universidad de Navarra