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[1283] • JUAN PABLO II (1978-2005) • LA FAMILIA, CAMINO DE LA “HUMANIZACIÓN” DEL HOMBRE Y DE LA SOCIEDAD

Del Discurso Sono lieto, a una peregrinación de Prato (Italia), 27 septiembre 1986

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4. El bien del hombre y de la sociedad presupone la institución de la familia, fundada sobre el matrimonio y vivida como comunidad de amor entre los esposos y los hijos. Ésta es la enseñanza permanente de la Iglesia que hoy resuena en el mundo con la urgencia de la prioridad, para rehacer una sociedad ordenada y más humana.

El hombre y la mujer han sido ideados y creados por Dios con el proyecto de prolongar en el tiempo el diálogo de amor existente desde la eternidad dentro de la vida trinitaria, que es la misma fuente de la vida.

En el nido caliente de la familia, donde los esposos están recíprocamente unidos el uno al otro en una alianza de amor, que exige una total fidelidad y una indisoluble unidad, el nuevo ser humano brota, nace y crece, recibiendo las ayudas necesarias para un desarrollo armónico y para una progresiva inserción en la sociedad.

Es bueno repetirlo hoy, en el clima de una extendida y creciente tendencia a rechazar los grandes valores: es función de la familia el consagrarse en el amor al servicio de la vida.

Los esposos cristianos que, santificados por los sacramentos del bautismo, de la confirmación y del matrimonio, y fortalecidos constantemente por el sacramento de la Eucaristía, se comprometen a vivir su vocación de servicio a la vida, desarrollan en la sociedad un papel de fundamental importancia, defendiendo la dignidad del amor y fomentando en la comunidad fermentos positivos capaces de transformarla según los planes de Dios. La paternidad y la maternidad responsables de los padres que saben defenderse de las presiones de las ideologías favorables a obstruir los manantiales de la vida, constituyen un testimonio cotidiano de optimismo y de esperanza en una sociedad peligrosamente tentada por la desconfianza y la desesperación.

La familia cristiana, trasmite a los pequeños el don incomparable de la fe en Dios, creador y padre, se convierte en la primera escuela de catequesis, verdadera Iglesia doméstica, que participa en la misión de salvación que es propia de la Iglesia de Cristo. De esta manera la familia ofrece su concreta e insustituible colaboración para la realización de la civilización del amor, de la cual el mundo moderno tiene necesidad hoy más que nunca.

[OR (ed. esp.) 16-XI-1986, 22]