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[1382] • JUAN PABLO II (1978-2005) • EL PAPEL DE LA FAMILIA EN LA VOCACIÓN SACERDOTAL 

Del Saludo en el rezo del Ángelus, 31 diciembre 1989

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1. La fiesta de hoy nos invita a contemplar la Santa Familia de José, María y Jesús y a admirar su armonioso entendimiento y el perfecto amor. A la luz de aquel modelo podemos comprender mejor el valor de la institución familiar y la importancia de su serena convivencia.

De la narración bíblica de la creación sabemos que la familia ha sido querida por Dios, cuando Él creó al hombre y a la mujer y, bendiciéndoles, dijo: “Creced y multiplicaos” (Gn 1, 28).

La gracia de Cristo, después, transmitida mediante el sacramento del matrimonio, hace a las familias capaces de realizar la unión a la que están llamadas. En particular, las familias cristianas comprometidas en reproducir el ideal anunciado por Jesús en la oración sacerdotal: “Como Tú, Padre, estás en mí y yo en Ti, que también ellos sean en nosotros una sola cosa” (Jn 17, 21). Él, que formuló esta oración, obtuvo con su sacrificio un don especial de unidad para todas las familias.

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2. El Hijo de Dios se hizo sacerdote en la Encarnación, pero justamente en virtud de dicho ministerio tuvo necesidad de una educación familiar. Jesús obedecía a María y a José: “Les estaba sometido”, dice el Evangelio (Lc 2, 51). Esta sumisión contribuía a la unión del niño con sus padres y al clima de entendimiento perfecto que reinaba en la casa de Nazaret.

La educación recibida en familia preparó de hecho a Jesús para la misión que debía llevar a cabo en la tierra, de acuerdo con la revelación del ángel en el momento de la Anunciación. Fue, por tanto, una formación para el cumplimiento de su ministerio sacerdotal, más particularmente para el ofrecimiento del sacrificio de sí mismo al Padre.

De esta forma es iluminado el papel de la familia cristiana en el desarrollo de las vocaciones sacerdotales. El próximo Sínodo no podrá dejar de considerar este papel, de reconocer su importancia y de reflexionar sobre los medios adecuados para favorecerlo.

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3. La vocación es una llamada que viene del poder soberano y gratuito de Dios. Pero dicha llamada debe abrirse un camino en el corazón; debe entrar en las profundidades del pensamiento, del sentimiento, de la voluntad del sujeto, para llegar a influenciar su comportamiento moral. El joven tiene necesidad de un ambiente familiar tal que le ayude a adquirir conciencia de la llamada y a desarrollar todas sus potencialidades.

Al orar hoy por todas las familias del mundo, pediremos en particular a María, Madre de Dios y Madre nuestra, que favorezca el desarrollo de las vocaciones sacerdotales y que bendiga a aquellas familias que se han demostrado disponibles, dando un hijo a la Iglesia.

[E 50 (1990), 121 ]