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[1412] • JUAN PABLO II (1978-2005) • LA SACRALIDAD DE LA VIDA Y DEL MATRIMONIO

Saludo a las familias en la visita pastoral a la parroquia de San Juan Bautista de Rossi, Roma (Italia), 25 noviembre 1990

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[1.–] La ocasión de este encuentro me permite recordar con todos vosotros, queridísimos esposos, el momento decisivo de vuestro camino, el momento sacramental en el que ambos ante el altar, ante la Iglesia, ante Dios, os desposasteis en Cristo, celebrasteis este sacramento, os administrasteis este sacramento a vosotros mismos. En ese momento, estaba presente entre vosotros, de un modo especial, Cristo, que celebramos hoy como Rey del Universo. Y estaba presente sobre todo como esposo, como el que esposa a la Iglesia continuamente. Y, en la Iglesia, esposa a toda la comunidad, la hace una familia, una familia de Dios, la constituye ante su Padre, como Padre común de todos los seres humanos, de todas las personas, de toda la humanidad, de todas las naciones. Así, las dos realidades, Cristo esposo y Cristo Rey, se encuentran, se entrelazan, se constituyen mutuamente, y esto tiene lugar en el momento del “sacramento grande”, como ha expresado el apóstol San Pablo.

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[2.–] Recuerdo con vosotros este momento, en el que vosotros mismos os habéis conferido el sacramento a vosotros mismos en la Iglesia, porque es un momento sagrado que debe ser para vosotros un punto de referencia constante durante toda la vida. El sacramento es fuente incesante de la gracia, y se ha de volver siempre a este momento, a esta gracia sacramental, a fin de colaborar con Cristo, con el Espíritu Santo, y crecer así en la santidad, santidad que es propia de vuestra vocación, de la vocación de esposos, de padres y educadores. Es, ciertamente, una familia, la gran familia de Dios, de la Iglesia que está representada en toda familia humana, en todo núcleo familiar. Tanto es lo que depende del núcleo de la familia en la vida de las personas implicadas, los padres, los hijos, también las generaciones de la sociedad, de los pueblos, de las naciones.

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[3.–] El futuro de la Iglesia, el futuro de la humanidad pasa a través de cada familia. Éstas son también las palabras de Familiaris Consortio después del Sínodo de 1980. Y estoy muy agradecido al Señor, a Cristo Rey del Universo por este encuentro en esta solemnidad, por este encuentro con vosotros aquí, y por esta breve consideración que hemos podido hacer sobre la sacralidad de la vida familiar, de la vida matrimonial, de la vida concebida y después nacida, de toda vida. Estos niños ya nacidos, y todos los que han de nacer. Y os invito a ser un núcleo animador para toda la parroquia de San Juan Bautista de Rossi. Él ha dicho que hay muchas familias desorientadas, otras familiar divididas, otras que no son familias, sino un sustituto no maduro de la familia, las “conviventes”.

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[4.–] Éste es un amplio campo de apostolado. Un apostolado de la Iglesia a favor de la familia que puede y debe hacerse, sobre todo, a través de la familia. La familia es una vocación apostólica: apostolado de formación humana y cristiana hacia vuestros hijos, y un apostolado también hacia fuera: otras familias, otros esposos, otros matrimonios. Os deseo, queridísimos, que penetréis cada vez con más profundidad en la realidad de la gracia de vuestro matrimonio, en la gracia de vuestra vocación, a fin de cooperar con esta gracia que viene de Cristo esposo, cooperar con esta gracia, crecer siempre más en vuestro amor de cónyuges, de esposos, de padres y educadores, y también como animadores de la santidad de la familia cristiana y humana en vuestro ambiente.