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[1434] • JUAN PABLO II (1978-2005) • TESTIMONIAR LOS VALORES FUNDAMENTALES DE LA VIDA HUMANA

Discurso Je suis hereux, a los participantes en un encuentro promovido por el Pontificio Consejo para la Familia para preparar el Año Internacional de la Familia, 14 febrero  1992

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[1.–] Me alegra daros la bienvenida a todos los que, por invitación del Consejo Pontificio para la Familia, participáis en una reunión preparatoria para el Año Internacional de la Familia, que se celebrará en 1994, por feliz iniciativa de las Naciones Unidas.

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[2.–] En un mundo en que muchos de nuestros contemporáneos se hallan desamparados, la familia siguen siendo realmente la estructura fundamental de la sociedad y de la Iglesia. La familia es cuna y la guardiana de la vida, valor que no tiene igual en nuestra humanidad. Con el sacramento del matrimonio, que hace a la pareja depositaria de la alianza divina, el hombre y la mujer que se entregan recíprocamente con un amor fiel y definitivo reciben el ministerio de la vida, de la formación y de la evangelización de los hijos que se les han confiado. Con su vida ejemplar y su testimonio, los padres son los primeros educadores de sus hijos, a los que deberán acompañar a lo largo de toda su maduración humana y espiritual. Todo hijo, gracias a la vida comunitaria en el seno de su propia familia, aprenderá a vivir en sociedad. Ese aprendizaje contribuye en gran medida a la paz entre las personas y entre los pueblos.

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[3.–] Frente a las fuerzas de violencia y de muerte, toda familia ha de esforzarse por transmitir los valores fundamentales de toda vida humana, desde su concepción hasta su muerte natural. Ningún otro valor puede igualar el don que Dios ha hecho a cada persona, llamándola a la existencia. Pacientemente, las familias deben dar testimonio de la grandeza de este bien precioso –que es preciso respetar sin límites– no sólo ante los propios hijos, sino también en la sociedad y ante los responsables políticos y legislativos.

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[4.–] La Iglesia encuentra en la Sagrada Escritura la verdad acerca del hombre y acerca de la familia. Y desea comunicar al mundo la felicidad de la alianza pascual de Cristo. Junto con los hombres de buena voluntad, la comunidad cristiana quiere esforzarse por ayudar a las parejas a cumplir su misión de esposos y de padres, y por lograr que cada hijo experimente la alegría de ser amado y acogido en un hogar en el que pueda crecer y realizar su vocación humana de hijo de Dios.

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[5.–] La familia tiene derechos fundamentales que la Iglesia no cesa de recordar para la felicidad del hombre y de la humanidad. Conviene dar a conocer y profundizar estos derechos con ocasión del Año internacional de la Familia.

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[6.–] A vosotros, aquí reunidos durante algunos días de trabajo, os exhorto a que prestéis vuestra contribución con miras a la renovación del papel de la familia en la Iglesia y en la sociedad. Encomendando al Señor vuestras tareas y vuestras personas, os imparto de todo corazón mi Bendición Apostólica.

[OR (e. c.), 6.III.1992, 18]