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[1443] • JUAN PABLO II (1978-2005) • LA ATENCIÓN PASTORAL A LA FAMILIA

Del Discurso With intense joy, a los Obispos de Uganda, en la visita ad limina, 11  mayo 1992

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5. En el período transcurrido desde vuestra última visita ad limina se ha publicado mi carta Encíclica Redemptoris missio, en la que invito a la Iglesia a renovar su compromiso misionero (cfr. n. 2), y espero que vosotros y vuestros colaboradores hayan encontrado en esa reflexión sobre la misión Ad gentes de la Iglesia una confirmación de vuestros numerosos esfuerzos por responder al llamamiento del Concilio Vaticano II a que “se extienda por todo el mundo el reino de Dios... y se preparen los caminos de su venida” (Ad gentes, 1). El hecho de que una porción significativa de la población de Uganda todavía no haya recibido aún el mensaje evangélico, y el rápido aumento del número de los jóvenes, indican que el mandato del Señor de ir y predicar (cfr. Mc 16, 15) conserva toda su urgencia en vuestro país.

Hace seis años, en vuestra carta pastoral titulada Con un corazón y un espíritu nuevos, subrayábais la urgencia de la actividad misionera orientada a la juventud y a la formación religiosa de los niños y los adultos. Pido fervorosamente a Dios que os fortalezca en ese servicio tan importante. La instrucción religiosa de los niños y de los jóvenes en las escuelas y en las parroquias es un elemento fundamental de la atención pastoral que reciben de la Iglesia. Por ello, merece apoyo todo esfuerzo que realicéis para asegurar que la catequesis sea completa y eficaz, mejorando la calidad de la instrucción y la preparación de los maestros. Os pido que transmitáis la seguridad de mi gratitud a los religiosos y a los catequistas comprometidos en esta tarea tan vital.

Otra gran área de la acción de la Iglesia en Uganda es la asistencia pastoral de las familias. Comparto vuestro dolor cuando notáis que muchos miembros de vuestra grey no pueden participar plenamente en la Eucaristía porque su situación matrimonial no responde a las exigencias que Cristo estableció para sus seguidores, o cuando observáis que muchas carencias en el seno de la familia perjudican de igual modo a la Iglesia y a la sociedad. Espero que vosotros sigáis haciendo todo lo que esté a vuestro alcance por promover las iniciativas que sostengan a los esposos y esposas cristianos en su vocación, y que apoyen el matrimonio monógamo, fiel e indisoluble, como fundamento de la vida familiar.

[DP-71 (1992), 210]