[1452] • JUAN PABLO II (1978-2005) • EL ROBUSTECIMIENTO DEL MATRIMONIO Y LA FAMILIA, UN SERVICIO IMPORTANTE PARA LA SOCIEDAD
Del Discurso I have eagerly looked, a los Obispos de Zimbabwe, en la visita ad limina, 7 julio 1992
1992 07 03 0008
8. La tarea de los laicos de organizar la esfera temporal de acuerdo con la ley de Cristo, como expliqué en la Christifideles laici, “comienza en el matrimonio y en la familia” (n. 40). Ya que en nuestros días se cierne un peligro creciente sobre la integridad y el valor de la familia, vuestra carta pastoral del año pasado “Salvemos nuestras familias” fue muy oportuna. Comparto plenamente vuestras preocupaciones, antes mencionadas, sobre el modo en que la urbanización –que a menudo es el resultado de la depresión económica– y la secularización están debilitando la fuerza de los lazos familiares y reemplazando muchos valores tradicionales. El anonimato de la ciudad, la ausencia de control por parte de los padres y la ética del mundo del trabajo, a menudo despiadadamente competitiva, contribuyen a que muchos jóvenes se alejen de sus familias. Con razón estáis preocupados por la imposición de programas de control demográfico, así como por el incremento del número de abortos y por la difusión del SIDA.
Las iniciativas que se han emprendido en vuestras diócesis para defender y fomentar el matrimonio y la familia –especialmente proporcionando a las parejas una catequesis sólida mientras se preparan para su nueva vida en común– resultan muy valiosas. Son muy útiles para el crecimiento de la comunidad cristiana y para la auténtica inculturación de la fe. El robustecimiento del matrimonio y la familia constituye verdaderamente un servicio importante al bienestar de toda la nación.
[E 52 (1992), 1328]
1992 07 03 0008
8. The laity’s task of ordering the temporal sphere according to the law of Christ, as I noted in “Christifideles Laici”, “begins in marriage and in the family” (1). Because the integrity and worth of the family are increasingly threatened in our age, your Pastoral Letter of last year, Save Our Families, was most timely. I fully share your stated concerns about the way urbanization –which itself is often the result of economic depression –and secularization are corroding the strength of family bonds and replacing many traditional values. The anonymity of the city, the absence of parental control, the often ruthless competitive ethic of the world of work, all contribute to the alienation of many young people from their families. You are rightly concerned by the imposition of demographic control programmes, at the increase of abortion and the spread of AIDS.
The initiatives being implemented in your Dioceses to defend and foster marriage and the family-especially providing engaged couples with a sound catechesis in preparation for their new life together-are extremely valuable. They are very helpful for the growth of the Christian community and for a true inculturation of the faith. The strengthening of marriage and the family truly constitutes an important service to the well-being of the whole nation.
[AAS 85 (1993), 699-700]