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[1473] • JUAN PABLO II (1978-2005) • LA FAMILIA, FUTURO DE LA HUMANIDAD

Del Discurso Witam Was, a un grupo de Obispos de Polonia, en la visita ad limina, 12 enero 1993

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4. La familia es un campo de evangelización muy importante y la participación de los laicos en ella es verdaderamente indispensable.

“¡El futuro de la humanidad se fragua en la familia!” (Familiaris consortio, 86). El estado de la familia es un indicador extremadamente sensible de la salud de una sociedad determinada.

Hoy, en Polonia, como habéis subrayado en vuestros informes, al lado de fenómenos positivos, como el aumento del número de las familias conscientes de su vocación cristiana y de su misión en la Iglesia y en el mundo, la aceptación por parte de muchos ambientes, con sentido de gran agradecimiento y responsabilidad, de la Carta de los derechos de la familia, publicada por la Sede Apostólica, y el desarrollo del movimiento en favor de la defensa de la vida concebida, no faltan, por desgracia, los síntomas de una grave crisis de la pareja y la familia, que se manifiestan en el número de divorcios y en la difusión de la práctica anticonceptiva y de interrupción del embarazo.

En el proceso de evangelización de la familia polaca, habría que dar constantemente la prioridad al problema de la protección de la vida humana desde su concepción. Las familias católicas deberían sentirse no sólo objeto, sino ante todo sujeto activo del apostolado, ejerciendo una influencia eficaz en las otras familias; deberían crear un clima social favorable y abierto a la vida y contraponer la cultura cristiana de la vida a la cultura de la muerte.

En este momento no se puede menos de mencionar la suerte de la ley sobre la protección jurídica del niño concebido, que se debate en el Parlamento. No se trata aquí de imponer los principios cristianos a todos, como alguien ha objetado, sino de defender el derecho fundamental del hombre, es decir, el derecho a la vida, preocupación que también debería expresarse en la legislación del Estado. La Iglesia, que defiende al hombre no puede permanecer callada ante este problema. Debe recordar de modo claro y unívoco el verdadero punto determinante de toda esta problemática. Por estos motivos, soy plenamente solidario con la posición y las iniciativas que el Episcopado polaco ha asumido a este propósito. He escrito en la exhortación apostólica Familiaris consortio: “Contra el pesimismo y el egoísmo, que ofuscan el mundo, la Iglesia está en favor de la vida: y en cada vida humana sabe descubrir el esplendor de aquel ‘Sí’, de aquel ‘Amén’ que es Cristo mismo (cfr. 2 Co 1, 19; Ap 3, 14). Al ‘no’ que invade y aflige al mundo, contrapone este ‘Sí’ viviente, defendiendo de este modo al hombre y al mundo de cuantos acechan y desprecian la vida” (n. 30).

La familia es el sujeto fundamental de la formación de las generaciones jóvenes y de la transmisión de la fe. Por obra de los padres creyentes se realiza la primera evangelización de los hijos y su iniciación en la vida cristiana. Es menester que los padres católicos polacos se sientan aún más responsables en el cumplimiento de esta misión esencial, especialmente a través del buen ejemplo de su vida de fe. En la época de la propaganda marxista atea, la familia polaca era un bastión sólido de fidelidad a Cristo y a la Iglesia. Ahora, en estos tiempos difíciles, que de algún modo son más difíciles todavía, hay que ayudarle para que sepa cumplir su misión apostólica.

[E 53 (1993), 1248-1249]