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5. “¡Sois luz en el Señor!”. ¡Cuán resplandeciente es la luz de Cristo en la vida de los laicos, hombres y mujeres, comprometidos en la búsqueda de la santidad en las circunstancias tranquilas y a menudo humildes de su vida! Deseo, en particular, expresar la estima de la Iglesia por las mujeres de Uganda. Os exhorto: ¡no tengáis miedo a hacer oír vuestra voz! Dios ha dado a las mujeres ugandesas dones importantes para compartir a fin de construir una sociedad más humana y llena de amor, una sociedad que respete la dignidad de todos, especialmente de los niños y de los más necesitados. ¡Qué importante es el apostolado de las familias cristianas para el crecimiento de la sociedad y de la Iglesia! Os digo a vosotros, esposos cristianos: ¡sed fieles recíprocamente! No olvidéis nunca que habéis recibido la vocación sagrada de transmitir la fe y enseñar a las generaciones jóvenes a vivir de acuerdo con la voluntad de Dios. África necesita el testimonio de las familias cristianas, familias que sean escuelas de generosidad, paciencia, diálogo y respeto a las necesidades de los demás.

Me complace ver aquí a los representantes de las diversas asociaciones y movimientos eclesiales, que desempeñan un papel tan importante en la vida de vuestra Iglesia local. Queridos amigos, vuestro deseo de una vida cristiana santa y auténtica es un gran don de Dios a la Iglesia en nuestros días. Sed una sola mente y un solo corazón con los pastores de la Iglesia. Jesús os invita a ser misioneros de su amor y levadura de reconciliación y renovación en medio de su pueblo. Apoyo vuestros esfuerzos por llevar la Buena Nueva de Cristo a todos, especialmente a los indiferentes y a los que todavía no han podido recibir la atención pastoral ordinaria de la Iglesia.

[DP-19 (1993), 31]