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[1491] • JUAN PABLO II (1978-2005) • EL DERECHO A UN TRABAJO QUE ASEGURE LA ESTABILIDAD DE LA FAMILIA

De la Homilía de la Misa en el Estadio  de Monterotondo (Italia), 19 marzo 1993

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7. Queridos hermanos y hermanas, mi visita de hoy no puede menos de interesar de modo especial a las familias y el trabajo: vuestras familias y vuestro trabajo, el que desarrolláis en los campos, en las fábricas y en los talleres. El marco de las condiciones actuales de la familia, lamentablemente, también es alarmante en vuestra región en muchos aspectos. La crisis de la institución familiar, relacionada con los crecientes problemas del trabajo, se hace sentir y son graves sus repercusiones en toda la sociedad. Una parte de vuestra diócesis, sobre todo la que gravita sobre Roma, sufre las dificultades de la capital, pues la inmigración salvaje la impulsa a nuevos modelos de vida, nuevas exigencias y nuevos modos de concebir la existencia. El trabajo del padre y de la madre, con frecuencia incluso el trabajo doble, así como los tiempos muertos para los traslados por carreteras con mucho tráfico son insidias que amenazan la identidad familiar y contribuyen a aumentar el desconcierto de los jóvenes, cada vez más confundidos en sus elecciones de fondo y defraudados en sus expectativas más íntimas. San José, custodio de la familia de Nazaret, ¡mira las familias de esta comunidad diocesana! Ayúdalas a resolver los numerosos y complejos problemas que hacen que su futuro sea incierto y poco sereno. Las personas tienen derecho a un trabajo que asegure a los núcleos familiares un estilo de vida digno; los hijos deben poder gozar del afecto pleno e indivisible de los padres; las nuevas parejas de esposos deben tener la posibilidad de iniciar su vida matrimonial con serenidad y empeño. San José ayuda a las familias a ser sujetos de una evangelización renovada, sostenida y acompañada, como ha recordado vuestro obispo al comienzo de la celebración, por el testimonio de la caridad, comenzando por los últimos. Vuestra comunidad diocesana crecerá de este modo, en la apertura misionera y en la solidaridad concreta hacia quien está necesitado. En este marco, os agradezco la generosa oferta que me habéis entregado en favor de las poblaciones africanas más afectadas por la miseria, la violencia y el hambre.

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8. Como sucedía en la familia de Nazaret, en la familia de San José, haced de vuestras familias el lugar privilegiado del encuentro vivo con Cristo y los hermanos. En las letanías de San José oramos también así: Honra de la vida doméstica, modelo de los trabajadores. Que la familia y el trabajo, gracias a su protección, se conviertan, aquí y en todas partes, en brotes de vida eterna, expresión de esa alianza que Dios estableció en Jesucristo con toda la humanidad.

“Tú eres mi padre...”. José, siempre fiel, a ti nos dirigimos. ¡No dejes de interceder por nosotros; no dejes de interceder por toda la familia humana!

[DP-43 (1993), 61]