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[1504] • JUAN PABLO II (1978-2005) • PRIORIDAD DE LA ATENCIÓN PASTORAL A LA FAMILIA

Del Discurso I welcome you, a los Obispos de Papúa Nueva Guinea y de las Islas Salomón, en la visita ad limina, 6 julio 1993

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5. Entre las iniciativas pastorales, habéis prestado atención particular a la evangelización de la cultura. Como los padres del Concilio Vaticano II nos recuerdan, con la “palabra ‘cultura’ se indica, en sentido general, todo aquello con lo que el hombre afina y desarrolla sus innumerables cualidades espirituales y corporales” (Gaudium et spes, 53). De aquí se deduce que cuando un pueblo –o una porción de él– es elevado y transformado por la gracia divina se producirá en breve tiempo una renovación de actitudes y comportamientos, es decir, una renovación de la sociedad en conformidad con el Evangelio. Vuestro esfuerzo por la evangelización sigue una orientación que desde el principio ha caracterizado la predicación de Cristo en vuestra tierra, y ha tenido éxito notable. El reto que los nuevos movimientos religiosos y las sectas lanzan hoy a la Iglesia en Papúa Nueva Guinea e Islas Salomón manifiesta la necesidad urgente de proseguir en esa dirección con mayor dedicación.

El lugar central que habéis otorgado a la discusión sobre el cuidado pastoral de las familias en la reciente reunión de vuestra Conferencia es una dedicación clara de vuestra preocupación por evangelizar esa institución básica de la cultura melanesia. Los informes que habéis enviado antes de vuestra visita quinquenal identifica una serie de modos en los que la opinión y el comportamiento acerca de la vida matrimonial y la sexualidad humana, incluso entre los bautizados, están de desacuerdo a veces con el plan original de Dios para el amor matrimonial, que he llamado “la verdad del ‘principio’” (Familiaris consortio, 13; cfr. Mt 19, 5 y Gn 2, 24). El progreso en esta materia es a menudo lento, y es fácil llegar a desalentarse, pero estoy seguro de que vosotros y vuestros colaboradores, especialmente vuestros sacerdotes, depositaréis toda vuestra confianza en la eficacia de la palabra de Dios. Debéis predicar la palabra a tiempo y a destiempo (cfr. 2 Tm 4, 2) con el convencimiento de que Dios, que comenzó esta buena obra en vosotros, “la irá consumando hasta el día de Cristo Jesús” (Flp 1, 6).

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6. Una importante y, de hecho, indispensable ayuda a los laicos en su esfuerzo por vivir el amor matrimonial de acuerdo con la voluntad de Dios es la fidelidad de los sacerdotes y los religiosos en su compromiso al celibato y la virginidad. “El matrimonio y la virginidad o el celibato son dos modos de manifestar y vivir el único misterio de la alianza de Dios con su pueblo” (Familiaris consortio, 16), y lo que se exige en una alianza es la fidelidad. En nuestra época, tan necesitada de un profundo cambio de corazón respecto a la moralidad sexual y al amor matrimonial, podemos confiar en el hecho de que el Señor está llamando con mayor urgencia a muchos de sus discípulos a ser célibes “por el Reino de los Cielos” (Mt 19, 12), y que con mayor generosidad los fortalece en su respuesta. Los pastores de la Iglesia son conscientes de los profundos sacrificios que les exige una respuesta incondicional a la vocación al celibato o a la virginidad, pero nosotros respondemos a la llamada del Señor sin hesitación. El ejemplo de la castidad de los sacerdotes y religiosos ayudará a los laicos a soportar el sacrificio, la mortificación y la abnegación que exige la obediencia al plan de Dios sobre la sexualidad humana. De esta forma, llevarán una vida verdaderamente fecunda y hallarán la felicidad duradera (cfr. Familiaris consortio, 16).

[OR (e. c.), 30.VII.1993, 8]