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[1540] • JUAN PABLO II (1978-2005) • LA CONSOLIDACIÓN Y ROBUSTECIMIENTO DE LA INSTITUCIÓN FAMILIAR

Del Discurso Os saludo, a los Obispos de Honduras, en la visita ad limina, 4 febrero 1994

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2. Del examen de las relaciones quinquenales y de los coloquios que hemos tenido, me es grato constatar que una de vuestras preocupaciones pastorales prioritarias es la consolidación y robustecimiento de la institución familiar en vuestro amado país. ¡Qué fuente de esperanza comprobar, cómo toda la Iglesia que peregrina en Honduras vibra, junto con vosotros, sus legítimos Pastores, en el deseo de fortalecer las estructuras de la familia!

Conozco las peculiares dificultades que debéis afrontar en este apremiante apostolado, pero sé que estáis firmemente convencidos de que “la familia, como comunidad educadora fundamental e insustituible, es el vehículo privilegiado para la transmisión de aquellos valores religiosos y culturales que ayudan a la persona –y también a la sociedad– a adquirir la propia identidad. Fundada en el amor y abierta al don de la vida, la familia lleva consigo el porvenir mismo de la sociedad; su papel especialísimo es el de contribuir eficazmente a un futuro de paz” (1).

En la Asamblea Nacional de Pastoral, que celebrasteis el pasado mes de noviembre, y en la que participaron laicos cualificados así como delegados de los sacerdotes, religiosos y religiosas, habéis analizado la realidad de la familia en Honduras, constatando con preocupación una vez más el hecho del alto porcentaje de uniones libres e inestables, que conllevan graves carencias de estructura familiar y están en la base de situaciones irregulares y de frecuentes fenómenos de desintegración; a todo ello se añade la incidencia de funestas campañas antinatalistas, en oposición a las exigencias de una verdadera paternidad responsable (2), cosa que vosotros no habéis dejado de denunciar valientemente. A pesar de ello, vuestro pueblo conserva una religiosidad profunda, muestra de una aquilatada fe y amor a Dios, veneración filial a la Santísima Virgen y fidelidad a la Iglesia. A fin de que sus raíces cristianas conserven todo su vigor, os aliento en vuestro empeño por llevar a cabo el plan nacional de pastoral familiar, que habéis elaborado para este Año de la Familia, y que durante un acto solemne en el que participaron las fuerzas vivas de vuestra patria, pusisteis a los pies de la Virgen de Suyapa, vuestra celestial patrona.

1. Ioannis Pauli PP. II Nuntius ob diem ad pacem fovendam dicatum pro a. D. 1994, 2, die 8 dec. 1993: Insegnamenti di Giovanni Paolo II, XVI, 2 (1993) 1414. [1993 12 08/2]

2. Cfr. Gaudium et Spes, 50-51. [1965 12 07c/50-51]

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3. Estoy persuadido de que cuanto hagáis en favor de la familia y de la promoción de sus valores redundará en un incremento de las vocaciones sacerdotales y religiosas, tan necesarias para un futuro más prometedor de la Iglesia en Honduras. A este propósito, me complace saber que el número de sacerdotes diocesanos va en aumento, que el Seminario Mayor Nacional de Nuestra Señora de Suyapa goza ya del reconocimiento civil de sus estudios y que contáis ya con seis Seminarios Menores, sobre los que tenéis puestas fundadas esperanzas.

Sabéis bien que la vocación sacerdotal o religiosa nace y se consolida ordinariamente en el seno de una familia. Por otra parte, la experiencia nos muestra que aquellos hogares cuyos cónyuges están comprometidos en tareas apostólicas, son terreno abonado para que el Señor llame a su seguimiento a alguno de sus miembros a la vida sacerdotal o religiosa. Alentad, pues, a todas las familias cristianas y especialmente a aquellas que militan en movimientos apostólicos, para que vivan intensa y gozosamente las virtudes del hogar y estén siempre abiertas a la posibilidad de que el Señor llame a su exclusivo servicio a alguno de sus miembros.

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4. Uno de los factores que inciden de modo relevante en la concepción de los valores que encarna la institución familiar son, como bien sabéis, los medios de comunicación social. En efecto, mediante ellos pueden crearse estereotipos engañosos sobre la familia, presentando como atractiva la infidelidad conyugal, justificando el crimen del aborto y difundiendo la mentalidad divorcista y la cultura hedonista de la sociedad de consumo. No ahorréis esfuerzos en la promoción y apoyo de los “mass media”, en especial la radio, que en las condiciones concretas de vuestro país es, sin duda, un instrumento muy idóneo para la evangelización de la familia, para la defensa de la vida, y desde donde se pueden irradiar los valores que encarna la Sagrada Familia de Nazaret. Al mismo tiempo, la proclamación de los contenidos esenciales de la doctrina católica, desde los medios de difusión, será una válida ayuda para contrarrestar la acción proselitista de las sectas y nuevos grupos religiosos que, también en Honduras, crean confusión entre los fieles y amenazan su identidad católica sembrando división e incertidumbre.

Sé que acabáis de vivir una nueva etapa en el proceso de consolidación democrática de vuestro amado país. Mientras pido a Dios que afiance los lazos de solidaridad y el progreso humano y espiritual de todos los amadísimos hijos de Honduras, hago votos para que sus Autoridades puedan cumplir cada vez más adecuadamente con sus apremiantes obligaciones en favor de la familia. Permitidme recordar, en esta circunstancia, las palabras de mi reciente Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz: “Como núcleo originario de la sociedad, la familia tiene derecho a todo el apoyo del Estado para realizar plenamente su peculiar misión. Por tanto, las leyes estatales deben estar orientadas a promover su bienestar, ayudándola a realizar los cometidos que le competen. Frente a la tendencia cada vez más difundida a legitimar, como sucedáneos de la unión conyugal, formas de unión que por su naturaleza intrínseca o por su intención transitoria no pueden expresar de ningún modo el significado de la familia y garantizar su bien, es deber del Estado reforzar y proteger la genuina institución familiar, respetando su configuración natural y sus derechos innatos e inalienables” (3).

La paz y la armonía en las familias, que todos deseamos, ha de tener sus raíces bien fundadas en la dignidad del hombre y de sus derechos. No puede existir verdadera paz si no existe un compromiso serio y decidido en la aplicación de la justicia social. En esta tarea, un papel primordial lo desempeñan las personas investidas de autoridad pública. Como señalaba en la Encíclica “Redemptor Hominis”, “el deber fundamental del poder es la solicitud por el bien común de la sociedad” (4). Es necesario, pues, reavivar los valores morales, como son la solidaridad, la laboriosidad, la honestidad en el desempeño de las funciones públicas, el espíritu de participación; todo ello será la mejor garantía para conseguir una mayor cohesión social entre los hondureños y un más decidido empeño en la búsqueda activa del bien común.

[AAS 86 (1994), 957-960]

3. Ioannis Pauli PP. II Nuntius ob diem ad pacem fovendam dicatum pro a. D. 1994, 5, die 8 dec. 1993: Insegnamenti di Giovanni Paolo II, XVI, 2 (1993) 1418.

4. Ioannis Pauli PP. II Redemptor Hominis, 17.

 

© Javier Escrivá-Ivars y Augusto Sarmiento. Universidad de Navarra