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[1541] • JUAN PABLO II (1978-2005) • LA FAMILIA EN EL CENTRO DE TODO PROYECTO SOCIAL Y POLÍTICO

Del Discurso La consuetudine, a la Junta y al Consejo Regional de Lazio (Italia), 5 febrero 1994

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2. La coyuntura presente –como el Honorable Presidente ha subrayado– no deja de hacer sentir su peso en el tejido social y político del Lazio, y en la misma programación de las actividades destinadas a afrontarla. El proceso de desmantelamiento de diversas pequeñas y medianas empresas, como consecuencia de la persistente recesión, suscita no pocas inquietudes en las familias, cuya subsistencia depende de esos trabajos.

El fenómeno de la desindustrialización lleva consigo las consecuencias del desempleo y de la movilidad. Familias enteras se ven obligadas a abandonar su ambiente y sus tradiciones, en busca de otras oportunidades de empleo.

A esto, se une la dificultad que un gran número de jóvenes tiene para encontrar un primer trabajo estable que les permita construir serenamente su propio futuro. Lo que conlleva tener que depender, más de lo necesario, de la ayuda de los padres; y eso no pocas veces es motivo de que surjan tensiones en el interior de la misma familia. Todavía es más preocupante el hecho de que los jóvenes se vean obligados a retrasar el proyecto de formar su propia familia. No se puede olvidar que, cuando el acceder a los puestos de trabajo parece prácticamente imposible, se crean las condiciones que terminan por hacer atrayente la huida hacia paraísos artificiales como el alcohol y la droga. Después, la violencia y las desviaciones juveniles encuentran terreno fértil en unos contextos humanos ya fuertemente minados por problemas personales y sociales.

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3. En este no fácil contexto, también vosotros, administradores de la región, estáis llamados a prestar vuestra ayuda. Vuestro servicio es, ciertamente, difícil, pero por eso más necesario. Servicio que debe reservar una atención particular a la familia, a sus necesidades principales.

El Año Internacional de la Familia, que estamos celebrando, vivido por la Iglesia como motivo de especial reflexión y oración, reclama, en efecto, el deber de respetar el valor intrínseco de esta célula fundamental de la sociedad. A vosotros, como a todos los responsables de la Administración, os está confiado el cometido de “crear las condiciones que permitan a las familias proveer a sus necesidades primarias de una manera conforme a la dignidad humana”. Las familias en situación de necesidad “no pueden participar plenamente en la vida social, o están sometidas a una condición de total marginación” (1). Eso conlleva que, entre las prioridades de nuestro tiempo, se vea desplazada la de hacer de la familia el motor y propulsor del desarrollo ordenado de la sociedad. En el centro de todo proyecto social y político, ha de estar siempre el respeto a los derechos de la familia, la valoración plena de sus capacidades. Si se tienen en cuenta las situaciones reales de la familia, será más fácil proceder para que, cuanto humana y materialmente sea disponible, se emplee de manera eficiente y racional para bien de todos.