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[1590] • JUAN PABLO II (1978-2005) • EL DERECHO A LA VIDA HA DE SER CONFIRMADO EN EL “AÑO DE LA FAMILIA”

Del Saludo en el rezo del Ángelus, 12 junio 1994

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4. San Pablo añade en la carta a los Romanos: “Como quienes muestran tener la realidad de esa ley escrita en su corazón, atestiguándolo su conciencia” (Rm 2, 15). La conciencia se presenta como el testigo, que acusa al hombre cuando viola la ley inscrita en su corazón, o lo justifica cuando es fiel a ella. Por consiguiente, según la enseñanza del Apóstol, existe una ley ligada íntimamente a la naturaleza del hombre como ser inteligente y libre, y esta ley resuena en su conciencia: para el hombre, vivir según su conciencia quiere decir vivir según la ley de su naturaleza y, viceversa, vivir según esa ley significa vivir según la conciencia; desde luego, según la conciencia verdadera y recta, es decir, según la conciencia que lee correctamente el contenido de la ley inscrita por el Creador en la naturaleza humana.

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5. El recuerdo de esta enseñanza incluida en la sagrada Escritura, particularmente en la carta a los Romanos, ha sido siempre importante en la historia de la Iglesia y de la humanidad. En este año resulta muy urgente, sobre todo con respecto a los deberes fundamentales relacionados con la familia y la vida, tan estrechamente ligados entre sí. En el Año de la familia hay que reafirmar, ante todo, el derecho fundamental del hombre que es el derecho a la vida. No se puede anular este derecho, por ejemplo, legalizando la supresión de la vida humana, especialmente de los que aún no han nacido.

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6. Con el rezo del Ángelus dirigimos nuestros pensamientos y nuestro corazón a María, Madre del Verbo que se hizo carne (cf. Jn 1, 14). Al venir al mundo, el Hijo de Dios desea que tengamos la vida y la tengamos en abundancia (cf. Jn 10, 10). Implorémosle, por intercesión de la Madre de la Vida, que se respete la ley divina inscrita en el corazón de todo hombre; que se respete, en especial, el derecho a la vida de todo ser humano concebido. La vida eterna sólo se puede alcanzar observando la ley de Dios.

[DP-70 (1994), 139]