INICIO CRONOLOGICO DOCUMENTOS ESCRITURA CONCILIOS PAPAS AUTORES LUGARES MATERIAS EDICIONES
EDITORES

[1603] • JUAN PABLO II (1978-2005) • LOS MEDIOS INMORALES, INACEPTABLES PARA LA REGULACIÓN DE LA NATALIDAD

Saludo en el rezo del Ángelus, 24 julio 1994

1994 07 24 0001

1. Uno de los problemas centrales de la próxima conferencia organizada por la ONU en El Cairo sobre “Población y desarrollo” es la así denominada “explosión demográfica”. Se trata de un fenómeno complejo, que es objeto de valoraciones no siempre convergentes. Si nos atenemos a algunas declaraciones y previsiones estadísticas, la Humanidad en su conjunto va creciendo a un ritmo que, en el futuro, podría originar dificultades a la misma convivencia entre los hombres. En no pocas naciones, en cambio, se registra una preocupante crisis de natalidad.

La Iglesia conoce el problema y no minimiza su importancia. Justamente por esto, también recientemente, ha promovido y alentado estudios en profundidad, teniendo en cuenta los datos estadísticos y valorando los comportamientos éticos y pastorales.

La Iglesia reconoce la responsabilidad de los Estados en tan delicado ámbito. En el Catecismo se dice explícitamente que la autoridad pública puede adoptar “iniciativas a fin de orientar la demografía de las poblaciones” (CIC. n. 2372). Dichas iniciativas presuponen, obviamente, el sentido de responsabilidad de las familias. Como ya he tenido ocasión de recordar, los cónyuges deben adoptar su decisión de procrear según un razonable proyecto, apoyado en una valoración generosa y, al mismo tiempo, realista de sus posibilidades, del bien del nasciturus y del bien de la misma sociedad, a la luz de criterios morales objetivos (Cfr. Mensaje a la Sra. Nafis Sadik, en “L’O.R.” 19-3-1994, p. 8). Estas orientaciones se mencionan también en el Mensaje de la Santa Sede a las Naciones Unidas a las instancias que preparan el Documento final de El Cairo.

1994 07 24 0002

2. Se encuentran, por tanto, en esta materia, la ética de la familia y la ética de la política. La dimensión ética fija precisos límites también a las intervenciones de los Estados y de la Comunidad internacional. Por ejemplo, jamás es lícito intervenir “con imposiciones autoritarias y coactivas” (CCC. n. 2372), orientadas a eximir a los cónyuges de su responsabilidad primaria e inalienable. Es también inaceptable que se fomente el uso de medios inmorales, especialmente abortivos, para la regulación de los nacimientos. Se encuentra aquí uno de los puntos de contraste radical entre la Iglesia y algunas normas emergentes. En verdad, ¿como no sentir consternación ante el hecho de que existe la disposición a gastar ingentes sumas de dinero para difundir medios contraceptivos éticamente inadmisibles, mientras que se nos niega desarrollar el enorme potencial de la “planificación familiar natural”? Ésta, además de ser menos costosa, representa ciertamente “una ayuda a los matrimonios para mantener su dignidad humana en el ejercicio del amor responsable” (Cfr. Llamamiento de los cardenales en defensa de la familia, en “L’O.R.”, 15-6-1994, p. 1).

Es evidente que, para una recta solución de la política demográfica, es necesario intensificar el compromiso tanto para un aumento de los recursos naturales y económicos, como para una más justa distribución de los mismos, al igual que para una recta cooperación internacional en el desarrollo de los países menos favorecidos.

1994 07 24 0003

3. Invoquemos a la Virgen Santa para que abra los ojos de todos los que tienen responsabilidades frente al futuro de la Humanidad. Los problemas son, ciertamente, serios y graves. Pero la ayuda de Dios no faltará, si observamos su ley con toda firmeza. Que María Santísima nos obtenga, con su oración maternal, una profunda conversión del corazón.

[E 54 (1994), 1255]