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[1619] • JUAN PABLO II (1978-2005) • EL SERVICIO A LA FAMILIA, ELEMENTO ESENCIAL DE LA MISIÓN DE LA IGLESIA

Del Discurso Carissimi fratelli, en la Apertura del Sínodo Diocesano y la Inauguración del Seminario, Lecce (Italia), 18 septiembre 1994

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4. El Sínodo deberá dedicar una atención especial a la pastoral familiar, a la que nos invita el Año de la familia, que estamos celebrando. “La Iglesia –como escribí recientemente en mi Carta a las familias (n. 2)– considera el servicio a la familia una de sus tareas esenciales”. Debemos sentirlo cada vez más, ayudando a las familias cristianas a vivir a fondo su vocación de iglesias domésticas.

Otra gran urgencia que impulsará y orientará vuestra reflexión es la promoción de las vocaciones a la vida sacerdotal y religiosa. Me alegro por cuanto ya se ha hecho a ese respecto en esta diócesis; este seminario que hoy inauguramos es también un fruto de esa labor. Considero un don del Señor poder bendecirlo, pensando en las numerosas páginas de santidad que el Espíritu Santo escribirá entre sus paredes.

Queridos seminaristas, con razón sois los primeros en estar de fiesta hoy: este seminario es para vosotros, y para los muchachos y jóvenes que, con la ayuda de sus formadores, quieran comprobar la veracidad de una posible llamada del Señor. Que Dios conceda a vuestra diócesis numerosos y santos sacerdotes, y suscite abundantes vocaciones a la vida religiosa y consagrada, para que se intensifique el camino de santidad de vuestra comunidad.

Me alegra poder bendecir, junto con el seminario, también la Casa del clero, destinada a ayudar a los presbíteros a que vivan en fraternidad, experimentando las múltiples ventajas de la vida comunitaria, que el Concilio recomendó en sus diversas formas (cf. Presbyterorum ordinis, 8), y que es tan importante para el desempeño del ministerio.

Las vocaciones, que son don de Dios y que hay que implorar con oración insistente, no surgen sin la colaboración humana y, normalmente, florecen cuando existe el calor del testimonio de sacerdotes y religiosos que viven con alegre coherencia su entrega al Evangelio y su servicio al pueblo de Dios. Por eso, los jóvenes dirigen su mirada a vosotros, sacerdotes, religiosos y religiosas. Esperan de vosotros una experiencia viva de Dios, una afectuosa cercanía humana y una propuesta convencida de los. grandes ideales evangélicos.

[DP-117 (1994), 195]