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[1628] • JUAN PABLO II (1978-2005) • PROCLAMAR LA VERDAD SOBRE EL MATRIMONIO Y LA FAMILIA

Del Discurso Con gran gozo, a los Obispos de Chile, en la visita ad limina, 18 octubre 1994

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5. He visto con particular interés que, tanto en las Orientaciones Pastorales como en las últimas Asambleas del Episcopado, habéis dado prioridad a la pastoral familiar. Conocéis bien la importancia decisiva que tienen la unidad de la familia y la estabilidad del vínculo conyugal indisoluble para el pleno desarrollo de la persona y para el futuro de la sociedad. Por eso, la Iglesia, experta en humanidad, no puede dejar de proclamar la verdad sobre el matrimonio y la familia, tal como Dios lo ha establecido. Dejar de hacerlo sería una grave omisión pastoral que induciría a los creyentes al error, así como también a quienes tienen la importante responsabilidad de tomar las decisiones sobre el bien común de la Nación. Por eso os exhorto vivamente a mantener la unidad, fieles al Magisterio, enseñando los principios inviolables de la santidad e indisolubilidad del matrimonio cristiano, como un auténtico servicio a la familia y a la sociedad misma.

Los Obispos de América Latina en la IV Conferencia General, han recordado que “el matrimonio y la familia en el proyecto original de Dios son instituciones de origen divino y no productos de la voluntad humana” (1). Enseñad con claridad esta verdad que es válida, no sólo para los católicos, sino para todos los hombres y mujeres sin distinción. Os invito, igualmente, a proclamar sin cesar que el matrimonio y la familia constituyen un bien insustituible de la sociedad, la cual no puede permanecer indiferente frente a su degradación o pérdida.

No se debe olvidar que la familia ha de dar testimonio de sus propios valores ante sí misma y ante la sociedad: “El cometido, que ella por vocación de Dios está llamada a desempeñar en la historia, brota de su mismo ser y representa su desarrollo dinámico y existencial. Toda familia descubre y encuentra en sí misma la llamada imborrable, que define a la vez su dignidad y su responsabilidad: Familia, ¡‘sé’ lo que ‘eres’!” (2). Por ello, acompañad a las familias cristianas, alentad la pastoral familiar en vuestras diócesis junto a los movimientos y asociaciones de espiritualidad matrimonial, despertad su celo apostólico para que hagan suya la tarea de la nueva evangelización, para que abran las puertas a quienes no tienen hogar o viven en situaciones difíciles, así como para que den testimonio de la dignidad humana que nace de un amor desinteresado e incondicional.

1. Conf. Gen. Episcoporum Americae Latinae Conclusiones, 211.

2. Ioannis Pauli PP. II Familiaris Consortio, 17. [1981 11 22/17]

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6. La pastoral familiar ha de considerar también la inestimable e irrenunciable vocación educadora de los cónyuges cuando, como padres, son llamados a la gran responsabilidad de la educación de los hijos a lo largo de las diferentes etapas de su desarrollo humano y espiritual. Por eso la Iglesia colabora solícitamente con los padres a través de la pastoral juvenil, llevada a cabo en los diversos ambientes frecuentados por los niños y jóvenes.

A este respecto, en mis viajes apostólicos he mantenido inolvidables encuentros con los jóvenes, escuchando sus testimonios sinceros y transparentes sobre aquello que les preocupa. Entre ellos he podido constatar su noble capacidad de entrega, la alegría con que formulan sus ideales de vida, su gran hambre de Dios y la necesidad que sienten de testigos que los guíen rectamente. De ahí la urgencia de orientar a la querida juventud chilena sobre la base de los principios cristianos y de las fundamentales virtudes humanas y sociales.

[O.R. (e.c.), 21.X.1994, 9]

 

© Javier Escrivá-Ivars y Augusto Sarmiento. Universidad de Navarra