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[1640] • JUAN PABLO II (1978-2005) • EL DON DEL CELIBATO NO ES DESPRECIO DEL MATRIMONIO

De la Alocución Tra i consigli, en la Audiencia General, 16 noviembre 1994

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4. Jesús es consciente de los valores a los que renuncian los que viven en el celibato perpetuo: él mismo los había afirmado poco antes, hablando del matrimonio como de una unión cuyo autor es Dios y que por eso no puede romperse. Comprometerse al celibato significa, ciertamente, renunciar a los bienes propios de la vida matrimonial y de la familia, pero no dejar de apreciarlos en su valor real. La renuncia se realiza con vistas a un bien mayor, a valores más elevados resumidos en la hermosa expresión evangélica reino de los cielos. La entrega total a este reino justifica y santifica el celibato.

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5. Jesús atrae la atención hacia el don de luz divina que es necesario incluso para entender el camino del celibato voluntario. No todos lo pueden entender, en el sentido de que no todos son capaces de captar su significado, de aceptarlo y de ponerlo en práctica. Este don de luz y de decisión sólo se concede a algunos. Es un privilegio que se les concede con vistas a un amor mayor. No hay que asombrarse, por tanto, de que muchos, al no entender el valor del celibato consagrado, no se sientan atraídos hacia él y con frecuencia ni siquiera sepan apreciarlo. Eso significa que hay diversidad de caminos, de carismas, de funciones, como reconocía san Pablo, el cual hubiera deseado espontáneamente compartir con todos su ideal de vida virginal. En efecto, escribió: “Mi deseo sería que todos los hombres fueran como yo; mas cada cual –añadía– tiene de Dios su gracia particular: unos de una manera, otros de otra” (1 Co 7, 7). Por lo demás, como afirmaba santo Tomás, “de la variedad de los estados brota la belleza de la Iglesia” (Summa Theol., 11-11, q. 184, a. 4).

[DP-143 (1994), 236]