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[1658] • JUAN PABLO II (1978-2005) • IMPORTANCIA DE LOS ENFERMOS PARA LA VIDA DE LA FAMILIA

Saludo a un grupo de Enfermos, Loreto (Italia), 10 diciembre 1994

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[1.–] El encuentro con vosotros los enfermos, aquí, en el santuario de Loreto, en el Año de la familia, y el día en concluye la gran oración por Italia, significado de especial importancia.

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[2.–] Pensando en la casa de Nazaret, donde Jesús creció y se fortaleció (cf. Lc 2, 40), me complace considerar que, precisamente en la sagrada Familia, él aprendió del ejemplo de José y María, en la vida diaria, la atención a las personas que atraviesan dificultades. Conociendo la caridad de la Virgen, que acudió en ayuda de su prima Isabel después del anuncio del ángel (cf. Lc 1, 39-56), y se mostró solícita para intervenir en favor de los recién casados de Caná de Galilea que estaban pasando apuros (cf. Jn 2, 1-11), no nos resulta difícil imaginarla a la cabecera de los enfermos de Nazaret, acompañada de su hijo Jesús.

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[3.–] Nos encontramos en el Año de la familia. En toda casa entra, tarde o temprano, con mayor o menor gravedad, el sufrimiento, la enfermedad. Desde luego, se trata de una prueba, pero puede transformarse en un tiempo extraordinario de crecimiento y, a menudo también, de rescate de ciertas cerrazones e incomprensiones. Estar cerca de un familiar enfermo, además de constituir un testimonio concreto de amor, puede ser un modo de decirle: olvidemos nuestras disensiones, reconciliémonos. Y todo eso sin palabras, sólo con el gesto de la cercanía y de la asistencia solícita y afectuosa.

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[4.–] Por gracia de Dios, la enfermedad puede convertirse también en ocasión para una profunda experiencia de fe, e incluso en una liturgia doméstica, en la que se celebra, en una vida oculta y sencilla, un sacrificio espiritual de valor incalculable. María santísima lo ofrece al Padre eterno mediante Cristo, sacerdote misericordioso y fiel, que conoce y comprende por experiencia nuestras debilidades.

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[5.–] Sí, queridos hermanos, Loreto nos induce a pensar en Nazaret, y Nazaret representa toda casa, toda familia cristiana. En estas familias, vosotros, los enfermos, tenéis una misión insustituible: ser, con la oración y con el testimonio, fuente inagotable de paz y unidad. Lo digo también refiriéndome a la nación italiana y sobre todo a la gran familia de la Iglesia. A vuestras oraciones encomiendo en particular la causa de la unidad de los cristianos: implorad con insistencia, mediante la intercesión de la Virgen, la unidad plena de los cristianos en la fe y en la caridad.

[O.R. (e.c.), 23.XII.1994, 8]