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[1668] • JUAN PABLO II (1978-2005) • LA VOCACIÓN PECULIAR DE LA MUJER PARA PROMOVER LA PAZ EN LA FAMILIA

De la Homilía de la Misa en la Solemnidad de la Maternidad Divina de María, 1 enero 1995

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5. El pasaje de la carta a los Gálatas que hemos proclamado hoy es el único texto paulino en que se habla de la Madre de Cristo. Lo que aquí dice san Pablo de modo sintético, contiene cuanto afirma de María el Nuevo Testamento, remitiéndose a todo el Antiguo Testamento.

¿Qué es la maternidad sino el inicio de una vida que lleva en sí la perspectiva de la inmortalidad? Todas las madres, comenzando por Eva, participan íntimamente en esa aspiración a una vida que rebasa el tiempo; toman parte en la espera de un ser llamado a la inmortalidad. Cuanto más conscientes sean de esa verdad, tanto más rica será espiritualmente su maternidad.

En la antigua alianza, en la tradición cristiana, así como en otros contextos religiosos, existen figuras extraordinarias de madres, que testimonian esta aspiración a la eternidad de Dios: por ejemplo, la madre de los Macabeos (cf. 2 M 7, 1-41), la viuda de Naín, a la que Jesús resucitó su hijo (cf. Lc 7, 11-17), santa Mónica, madre de san Agustín, y ya en nuestro siglo la beata Gianna Baretta Molla. Sobre todo por obra de María, gracias a su fiat, la plenitud de los tiempos se manifestó como el cumplimiento del donarse sobrenatural de Dios al hombre. Con su maternidad el valor del tiempo se une de una forma singular al misterio de la adopción de los hombres, llamados a ser hijos de Dios, se une al envío a nuestros corazones del Espíritu del Hijo, el Espíritu Santo, que grita: ¡Abbá Padre! En verdad, son grandes y profundos los motivos por los que la Iglesia, en este primer día del año, celebra con tanta solemnidad la maternidad de la Madre de Dios.

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6. A María la Iglesia encomienda en este día las aspiraciones de verdad y justicia, de solidaridad y paz que todo creyente lleva en su corazón. La Iglesia invoca a María, Madre de Dios, Madre del Príncipe de la paz. Todos los años, desde que mi venerado predecesor el siervo de Dios Pablo VI instituyó la Jornada mundial de la paz, el Papa dirige con esta ocasión un mensaje específico. Este año el tema es: La mujer, educadora para la paz. Como continuación del mensaje del año pasado, que estaba centrado en la relación entre familia y paz, he querido subrayar la gran importancia que tienen el papel y la misión de la mujer, llamada a ser testigo, mensajera y maestra de paz. La mujer ha recibido una vocación peculiar con vistas a la promoción de la paz en la familia y en todo ámbito de la “vida social, económica y política a nivel local, nacional e internacional” (Mensaje, n. 9).

Quiera Dios que las mujeres creyentes, contemplando a María, tomen cada vez mayor conciencia de su misión en la Iglesia y en el mundo, y den su contribución decisiva a la realización del plan divino sobre toda la humanidad.

[O.R. (e. c.) 6.I.1995, 6]