INICIO CRONOLOGICO DOCUMENTOS ESCRITURA CONCILIOS PAPAS AUTORES LUGARES MATERIAS EDICIONES
EDITORES

[1676] • JUAN PABLO II (1978-2005) • LA FAMILIA, CAMINO PARA LA INCULTURACIÓN DEL EVANGELIO EN LA SOCIEDAD

Del Discurso On this memorable day, a la Conferencia Episcopal de Papúa Nueva Guinea y las Islas Salomón, Port Moresby (Papúa Nueva Guinea), 17 enero 1995

1995 01 17b 0005

5. Sí, de muchos modos diversos el Espíritu Santo sigue construyendo la Iglesia como “templo del Dios vivo” (2 Co 6, 16). Uno de los principales canales para una inculturación profunda y penetrante del Evangelio en una sociedad es la familia cristiana, el núcleo fundamental de los “hermanos en la fe” (Ga 6, 10). Las deliberaciones y las publicaciones de vuestra Conferencia muestran que habéis tomado el fortalecimiento de la vida familiar como una de vuestras prioridades pastorales. Dado que esta comunidad fundamental de personas no ha sido fundada por el hombre, sino más bien se remonta “al principio, a los orígenes mismos de la creación” (cf. Carta a las familias, 18), hay que ayudar siempre a la familia para que se desarrolle de acuerdo con el plan originario del Creador: “Dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y se harán una sola carne” (Gen 2, 24).

En el beato Peter To Tot los fieles tienen un maestro de la santidad del matrimonio y de la familia, que confirmó su predicación con su sangre. Era un esposo devoto, que vivió proféticamente el mandato evangélico según el cual los esposos han de estar “sumisos los unos a los otros en el temor de Cristo” (Ef 5, 21) (cf. Mulieris dignitatem, 24). Era un padre amoroso que “honraba” a sus hijos (cf. Carta a las familias, 15). Decidieron dar muerte al beato Peter sobre todo por su defensa inflexible de la dignidad sacramental del matrimonio. Ojalá que los fieles escuchen siempre un eco de la voz del Redentor en vuestra enseñanza, cuando los exhortáis a casarse sacramentalmente “en el Señor” (1 Co, 7, 39), cuando les recordáis los valores de la fidelidad y del amor recíproco, y cuando invitáis a los esposos a vivir la pena verdad de la castidad conyugal. Eso es mucho más importante por el hecho de que el matrimonio para los bautizados fue elevado a la dignidad de sacramento.

[O.R. (e. c.) 27.I.1995, 8]