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[1741] • JUAN PABLO II (1978-2005) • LA VIDA HUMANA, UN BIEN INVIOLABLE

Del Discurso Sono lieto, a la Federación de Asociaciones Italianas “Spina Bifida e Idrocefalo” (FAISBI) y a la Asociación “La strada per l’Arcobaleno”, 6 noviembre 1995

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2. Conocéis bien, tanto desde el punto de vista médico como del humano, las consecuencias neurológicas, ortopédicas y urológicas que aquejan a cuantos están afectados por esa malformación congénita. Éstas han ocupado el centro de las reflexiones del Congreso, y os han permitido profundizar en los recientes avances que la investigación científica ofrece para ayudar adecuadamente a quienes se ven afectados por esa enfermedad.

Con la visita de hoy, manifestáis el deseo de hacer también partícipe a la Iglesia de las preocupaciones y esfuerzos que acompañan vuestra actividad a favor de los niños que padecen esa grave patología. Vuestro esfuerzo de médicos, y sobre todo de padres, al lado de estos pequeños constituye un testimonio de amor a la vida, que se inscribe del todo en la misión de la comunidad cristiana. Llamada a anunciar que la vida, toda vida humana, es siempre un bien inviolable: ha de ser defendida, protegida y promovida en cualquier circunstancia, particularmente cuando se encuentra en la más lacerante precariedad. Ese cometido que ha de llevarse a cabo con toda vida humana desde su inicio hasta su término natural, es todavía más necesario para la defensa y protección de la vida de los que se encuentran aquejados con una enfermedad grave.

Pienso ahora en vosotros, padres y madres presentes, y en cuantos como vosotros habéis elegido, en la heroicidad del amor, estar al lado de los hijos con patologías, que hacen difícil la vida y actividad en la sociedad.

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3. Entre los fines de vuestra asociación está el de promover iniciativas en el campo socio-sanitario, médico, asistencial, económico y moral a favor de los niños afectados de espina bífida e hidrocefalia, y de sus familias, estimulando de esa manera a la sociedad civil en la búsqueda activa de la solución de esos problemas. Pese a las presiones de los acontecimientos que puedan darse o de índole económica, la sociedad no puede defraudar las legítimas expectativas del enfermo y de la familia. Más aún, animada por el espíritu de solidaridad que mantiene unido el tejido social, sabrá encontrar los instrumentos adecuados para estar al lado de cuantos están afectados por una enfermedad grave y de los que les asisten.

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4. ¡Queridísimos hermanos y hermanas! El Evangelio del sufrimiento está estrechamente unido, en Cristo, al Evangelio de la vida. No se limita a advertir que el sufrimiento forma parte del anuncio cristiano, sino revela su significado salvífico en la misión de Cristo y de la Iglesia (1). A través de la cruz y de la resurrección, el Redentor ha devuelto a la humanidad la plenitud de la vida. En esta perspectiva, la comunidad cristiana no puede dejar de proclamar constantemente el valor del sufrimiento humano vivido a la luz de la fe en Cristo. Por lo demás, acompaña con cariño y obras de solidaridad a sus hijos que atraviesan situaciones de sufrimiento y enfermedad.