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[1743] • JUAN PABLO II (1978-2005) • LA APERTURA DEL AMOR MATRIMONIAL A LA VIDA, EXPRESIÓN DE LA RIQUEZA DEL ENCUENTRO INTERPERSONAL DE LOS ESPOSOS

Discurso Mi è gradita, a los participantes en un Curso de Formación sobre la Regulación Natural de la Fertilidad, organizado por la Universidad Católica del Sacro Cuore de Roma (Italia), 18 noviembre 1995

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1. Me alegra tener la oportunidad de dirigir, también este año, un cordial saludo a vosotros, que participáis en el curso de formación, organizado por el Centro de estudios e investigación sobre la regulación natural de la fertilidad, de la Universidad católica del Sagrado Corazón. Me congratulo con el equipo del Centro por el éxito de esta iniciativa, que sin duda dará frutos para el bien de las familias y de la comunidad eclesial.

El tema de vuestros trabajos os pone en estrecho contacto con el misterio de la vida y de su transmisión, que queréis profundizar en sintonía con las enseñanzas de la Iglesia. Guiados por la luz de la fe, os acercáis a las fuentes de la existencia, conscientes de que “la vida humana es sagrada porque desde su inicio comporta ‘la acción creadora de Dios’ y permanece siempre en una especial relación con el Creador, su único fin” (Donum vitae, 22).

Esto implica siempre una inderogable dimensión moral, no sólo de los padres que dan la vida a una nueva criatura, sino también de cuantos se acercan al misterio de la transmisión de la vida, impulsados por el deseo de adquirir y difundir conocimientos científicos sobre la regulación de la fecundidad humana.

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2. Cuando el hombre y la mujer, uniéndose “en una sola carne”, llaman a la vida a un nuevo ser humano, manifiestan la riqueza de su relación interpersonal, convirtiéndose en colaboradores del amor de Dios creador y de su ternura.

Estas dos dimensiones no pueden separarse artificialmente, sin perjudicar la verdad intrínseca del acto conyugal (cf. Carta a las familias, 12). La enseñanza de la Iglesia sobre este tema ha sido siempre coherente, incluso oponiéndose a continuas y aguerridas opiniones de diversa tendencia. A este respecto, lejos de poner en tela de juicio la libertad del hombre y de la mujer en el ámbito de la sexualidad, el Magisterio persigue el objetivo de conservar y promover en toda su riqueza las dimensiones del amor conyugal. En efecto, en la libertad guiada por los valores morales objetivos y sostenida por la gracia divina el amor humano puede manifestar la verdad plena de las personas de los esposos.

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3. La Iglesia, atenta al plan de Dios, no se cansa de reafirmar que “al lenguaje natural que expresa la recíproca donación total de los esposos, el anticoncepcionismo impone un lenguaje objetivamente contradictorio, es decir, el de no darse al otro totalmente” (Familiaris consortio, 32). Por eso, el estudio de los ciclos naturales de la fecundidad femenina, junto con la formación en las dimensiones espirituales y psicológicas del dominio de sí, muestra su valor de auténtico servicio a los esposos cristianos, porque les permite ejercitar su paternidad y maternidad de modo responsable y plenamente en armonía con la verdad de su misma humanidad.

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4. Amadísimos hermanos y hermanas, abrigo la esperanza de que este curso de formación en el que participáis os ayude a comprender cuánta necesidad hay hoy no sólo de maestros, sino sobre todo de testigos iluminados y sabios. Encomiendo vuestros esfuerzos y vuestro compromiso a la protección de la Sagrada Familia de Nazaret y os imparto cordialmente mi bendición, que de buen grado extiendo a vuestros seres queridos y a las familias con las que os pongáis en contacto.

[O.R. (e. c.) 1.XII.1995, 11]