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[1750] • JUAN PABLO II (1978-2005) • EL RESPETO A LA VIDA DE LA PERSONA DESDE SU CONCEPCIÓN HASTA SU TÉRMINO NATURAL

Del Discurso Je suis heureux, al Embajador de los Países Bajos ante la Santa Sede, en la presentación de las Cartas Credenciales,15 diciembre 1995

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[4.–] En el entramado social, hay que hacer un lugar muy particular a la célula que constituye su base, la institución familiar. A través de ella se constituyen los lazos humanos que son los fundamentos de la sociedad. El fundamento de la familia es la unión estable entre un hombre y una mujer, edificada sobre los valores de la estabilidad y la fidelidad, necesarios para el desarrollo espiritual, moral y psicológico y físico de todos sus componentes. Debemos estar convencidos de que las relaciones fraternas que se aprenden en la familia, gracias a la educación y atención afectuosa de cada uno, no pueden por menos que ayudar al crecimiento armonioso y sereno de la personalidad.

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[5.–] Haciendo mención de mi reciente visita a la sede de la Asamblea General de las Naciones Unidas, mostráis la atención y estima de las Autoridades de los Países Bajos a las intervenciones de la Sede Apostólica en la vida internacional, habéis recordado algunos principios fundamentales de la vida social, en el seno de la nación y en las relaciones entre el Estado y los pueblos. Con la desaparición de los regímenes totalitarios, se han producido avances significativos en la promoción de los derechos humanos en numerosos países. Pero se observa también en algunos pueblos la tentación de replegarse sobre sí mismos, de hacer hablar más a las armas que aceptar el diálogo y la negociación para solucionar los conflictos y alcanzar la paz que todos necesitan; en este sentido, alabo los esfuerzos de los Estados empeñados en apoyar los acuerdos de paz y aportar ayuda material, socorro moral y espiritual a los pueblos, en los diferentes puntos del globo donde tienen lugar guerras fratricidas. Reitero toda la estima que tengo a las autoridades de vuestro país, que tiene la experiencia de tradición de diálogo, de vida democrática y de acogida, y que ha participado en procesos de pacificación en diferentes continentes, promoviendo así los valores de la libertad, la justicia y la solidaridad.

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[6.–] Conocéis el compromiso de la Santa Sede con el más fundamental de los derechos del hombre, sobre el que se apoyan todos los demás: el de que cada ser humano vea reconocida su dignidad. La relación que nuestros contemporáneos tienen con sus hermanos pasa por la educación de las conciencias y en el respeto a toda persona, desde su concepción hasta el término natural de su vida. La existencia del hombre no se puede fundar tan sólo en el reconocimiento social que los demás seres humanos consintieran o rechazaran darle. El futuro del ser humano y de la sociedad está ligado a la relación que tengamos con las personas, en particular con los más débiles y humildes, porque al promover su dignidad con el testimonio de la compasión, se engrandece la humanidad. Ante ellos, la razón nos lleva a reconocer lo profundo del ser, el ser espiritual, más allá de lo que aparece a simple vista. En este sentido, espero que sea escuchado el pensamiento de la Iglesia católica, y que los medios ayuden a darlo a conocer con objetividad.