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[1752] • JUAN PABLO II (1978-2005) • LA NAVIDAD, FIESTA DE LA FAMILIA

De la Alocución È ormai vicino, en la Audiencia General, 20 diciembre 1995

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1. Ya se acerca la Navidad del Señor, para la que nos estamos preparando durante estos días de Adviento. La solemnidad de la Navidad nos trae recuerdos de ternura y bondad, suscitando cada vez nueva atención hacia los valores humanos fundamentales: la familia, la vida, la inocencia, la paz y la gratuidad.

La Navidad es la fiesta de la familia que, reunida en torno al belén y al árbol, símbolos navideños tradicionales, se redescubre llamada a ser el santuario de la vida y del amor. La Navidad es la fiesta de los niños, porque pone de manifiesto “el sentido profundo de todo nacimiento humano, y la alegría mesiánica constituye así el fundamento y realización de la alegría por cada niño que nace” (Evangelium vitae, 1). La Navidad del Señor lleva a redescubrir, además, el valor de la inocencia, invitando a los adultos a aprender de los niños a acercarse con asombro y pureza de corazón a la cuna del Salvador, recién nacido.

La Navidad es la fiesta de la paz, porque “la paz verdadera nos viene del cielo” y “por toda la tierra los cielos destilan dulzura” (Liturgia de las Horas, oficio de lectura de Navidad). Los ángeles cantan en Belén: “Gloria a Dios en las alturas y paz en la tierra a los hombres que él ama” (Lc 2, 14). En este tiempo, que invita a la alegría, ¿cómo no pensar con tristeza en los que, por desgracia, en muchas partes del mundo, se hallan aún inmersos en grandes tragedias? ¿Cuándo podrán celebrar una verdadera Navidad? ¿Cuándo podrá la humanidad vivir la Navidad en un mundo completamente reconciliado? Algunos signos de esperanza, gracias a Dios, nos impulsan a proseguir incansablemente en la búsqueda de la paz.

Mi pensamiento se dirige, naturalmente, a Bosnia, donde el acuerdo logrado, aún con límites comprensibles y con notables sacrificios, constituye un gran paso adelante por el camino de la reconciliación y la paz.

La Navidad es también la fiesta de los regalos: me imagino la alegría de los niños, y también de los adultos, que reciben un regalo navideño, al sentirse amados y comprometidos a transformarse ellos mismos en don, como el Niño que la Virgen María nos muestra en el belén.

[O.R. (e. c.) 22.XII.1995, 3]